(Sobre gustos)-Daniel Freidemberg

"Hoy se está leyendo menos poesía que nunca"

Poeta y periodista cultural de larga trayectoria, reivindica a intelectuales críticos y a escritores como Aldo Oliva y Hugo Padeletti

Daniel Freidemberg (1945) es una de las figuras destacadas en el campo de la poesía argentina. Desde hace más de treinta años desarrolla una intensa producción como poeta, crítico y periodista cultural, habiendo integrado el consejo de dirección de Diario de Poesía y el consejo asesor de la Casa de la Poesía de la ciudad de Buenos Aires, entre muchas otras tareas. Entre sus obras de poesía se cuentan "Blues del que vuelve solo a casa" (1973), "Diario en la crisis" (1986), "Lo espeso real" (1996) y "Cantos en la mañana vil" (2001). Actualmente dirige la colección de poesía Musarisca, de Editorial Colihue y trabaja como periodista en el periódico Acción.

-¿Qué libro recomendarías para un largo viaje?

-En general, no me gusta recomendar libros (o películas, u obras de teatro) porque cada uno tiene su propio sistema de preferencias y sus propios modos de disfrutar, y es muy posible que lo que me entretiene y/o me importa a mí, al otro lo aburra. Si tuviera que recomendarme algo a mí mismo, hoy, llevaría algo de Claudio Magris o de Sebald (no la poesía o los trabajos críticos de Sebald). Nada más que imaginarme largas horas en un micro o un tren recorriendo minuciosamente esas páginas me produce un placer enorme.

-¿Para qué sirve tener un blog?

-Para cientos de miles de cosas. Para eso están los blogs, para hacer con ellos lo que se quiera. Y lo que ocurre la mayoría de las veces es lo que suele ocurrir cuando cualquiera puede hacer lo que quiera: nada que interese. A mí, el blog que tuve me sirvió para darme cuenta de hasta qué monstruoso grado soy capaz de confundir una actividad virtual y solitaria con la vida real en sociedad. Al que hago ahora, en cambio, trato de verlo como una suerte de obra literaria en marcha. Algo que uno pone a la vista y abandona a la intemperie de la lectura extraña, como abandona los textos cuando los pone en libros, con la diferencia de que los puedo modificar cada vez que quiera, y lo hago.

-¿Qué libros o autores de literatura argentina te parecen sobrevalorados?

-Creo, por ejemplo, que César Aira está desmesuradamente sobrevalorado, o el grueso de lo que se dio en llamar "poesía de los noventa". Pero con decir eso no digo nada: ¿sobrevalorado respecto de qué valores? Seguro que pueden presentarme valoraciones que justifiquen muy bien por qué a Aira se le da tanta importancia, o a la "poesía de los noventa", y que incluso yo, al leerlas, termine por decir que es muy cierto. En ese momento, estaré aceptando ciertos valores, hasta que recuerde que también hay o puede haber otros, y me ponga a considerar qué valores me importan más. No es este el lugar, por limitaciones de espacio y tiempo, para referirme a cuáles son los valores de los que hablo sin banalizar. Tal vez sirvan, nada más que para hacerse una idea vaga, algunos ejemplos: a mí me resulta una experiencia mucho más productiva, además de placentera, leer a Saer, a Bustriazo Ortiz,a Aldo Oliva, a Sara Gallardo, a Griselda Gambaro, a Briante, a Gelman (sobre todo los últimos libros), a Urondo, a Wilcock, a Padeletti, a Leónidas Lamborghini y a Girri, por nombrar sólo argentinos.

-¿Qué fue de los intelectuales críticos en la Argentina?

-A algunos los mataron, otros se murieron por enfermedad o vejez, otros dejaron de ser intelectuales críticos y otros siguen llevando a cabo la tarea que se supone que hace un intelectual crítico: Viñas, Horacio González, Grüner, Argumedo, Rosa, Panesi, Forster, y hasta Sarlo se acuerda de cumplir las funciones que entiendo que cumple un intelectual crítico cuando escribe trabajos como "¿Pornografía o fashion?". ¿Y no suele actuar como un intelectual crítico Fogwill, por más tristeza que a uno le den los desplantes con que trata de sacudir la modorra o dar de qué hablar? O, vamos a un caso difícil de defender: Bleichmar, con su sobreexposición mediática, su lenguaje comprensible para el lector medio de diarios, su clara afiliación a una ideología de la solidaridad que uno tiende a identificar con el refugio narcisista de las causas nobles. Por las cuestiones que pone en juego y por el modo en que las pone en juego, valoro mucho cómo Bleichmar cumple hoy las funciones que debería cumplir el intelectual crítico en un ámbito en el que los demás no queremos o no sabemos entrar: el de los lectores que no forman parte del campo intelectual.

-Brevemente, ¿cuál es tu evaluación del estado actual de la poesía argentina?

-¿Cómo podría saberlo? ¿Cómo puede alguien realmente saberlo? ¿Quién de verdad tiene acceso a todo lo que se escribe y tiempo para leerlo y considerarlo? Si la cuestión es nombrar autores y/o tendencias, me niego a entrar en ese juego promocional. Podría decir apenas que tengo la impresión de que en la Argentina se está leyendo menos poesía que nunca, que interesa menos que nunca, y que casi se ha abandonado por completo la reflexión sobre poesía (exagero cuando digo "casi por completo", pero esa es la sensación) y me parece notar los efectos en muchos textos que se escriben. A la vez noto que se escribe mucho y se publica muchísimo, parecería que la indiferencia de eso que se llama "el mercado" o "el público" da una sensación de libertad dentro de la cual está permitido hacer cualquier cosa. Algunas de esas cosas que se hacen me interesan como poesía, otras como muestras de una situación de la cultura o de las cosas que puede llegar a hacer la gente, y a veces las dos cosas.

-¿Qué cosas necesitás para ponerte a escribir o trabajar sobre un poema?

-Tiempo y disposición mental o anímica. Dos bienes que me resultan particularmente escasos. Y también coraje.

Desntro de las preferencias de Freidemberg figuran Saer, Gambaro y Gelman.