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 domingo, 27 de agosto de 2006  
A Scarabino le volvió el alma al cuerpo

Luis Alberto Yorlano

Dice un viejo concepto futbolístico, que no todos los partidos resisten el análisis táctico. Cuando se juega una final o por el resultado define cosas importantes, poco importa si se jugó bien o mal. Sirve solamente el resultado. Por ejemplo, cuando Italia vencía a Francia en la final del Mundial Alemania, casi por unanimidad la gente decía que los franceses habían sido mejores que los italianos. Pero contra la vuelta olímpica y el retorno a su país con la Copa, a quién le importaba si los medios lo criticaban por su manera de jugar. Estos partidos dan alegría o tristeza. Y un poco así es lo que ocurrió con el triunfo de Central el viernes por la noche frente a Lanús. La victoria canalla que es doblemente disfrutada por los hinchas, recordemos que el rival le había ganado en la fecha pasada a Newell's y nada menos que en el Coloso. Pero si hubo alguien al que no le faltaron ganas de entrar a la cancha y besar a Borzani fue al presidente auriazul Pablo Scarabino. Este resultado tenía varias lecturas.

El actual DT Gorosito llegó a la institución en un momento traumático y le tocaba reemplazar a Leonardo Astrada, que contaba con la protección de la gente, y como se recordará el titular canalla y algunos de sus colaboradores habían sido el centro de los agravios y desmanes en negocios que tenía relaciones con ellos.

Después del viernes, todo hace pensar que el cuerpo técnico tendrá una semana tranquila y los jugadores estarán distendidos para reafirmar los conceptos tácticos, pero el que realmente estará distendido y con su energía puesta en la campaña preelectoral será Scarabino. Si bien una golondrina no hace verano, decía Aristóteles en su Etica de Nicómaco, este triunfo es capaz de producir milagros. Que Gorosito sea confiable a la parcialidad canalla y que el oficialismo lo capitalice para seguir gobernando tras el 10 de septiembre.

Si bien en los últimos años las elecciones en Central fueron una caja de sorpresas, conociendo el exitismo de su parcialidad, y de todas las del país, no sería descabellado pensar que el cabezazo de Borzani pueda ser la bisagra que necesitaban para seguir siendo gobierno. Por lo menos en esta semana no tendrán que lidiar con respecto a los resultados futbolísticos. Este triunfo les da oxígeno para dedicarse a la reelección y asegurar cosas que aparezcan, cuando hay que pelear en varios frentes. Esto es además un llamado de atención para los que creen que Central, como lo hizo Vélez, no puede jugar un campeonato económico. Los canallas conocen un solo objetivo: ganar torneos. Porque Central es, por sobre todas las cosas un club de fútbol y debe jugar para ganarlos. Yo nunca he visto dar la vuelta olímpica a un tesorero.

Este triunfo posiciona al oficialismo, a pesar que las cosas están más allá de un resultado. Las listas opositoras que esperaban una derrota frente a Lanús ahora tendrán que corregir las pautas electorales. Y este triunfo además de dibujarle una sonrisa a los hinchas,

le da nuevos matices al comicio

más peleado de los últimos años.
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