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domingo,
27 de
agosto de
2006 |
El cazador oculto: "El frustrante encanto de la versión oficial"
Ricardo Luque / Escenario
"¿Cuenta todo?", preguntó en voz tan baja que ni siquiera él, un creativo habituado a los murmullos intrigantes del mundo de la publicidad, alcanzaba a escucharse. La respuesta fue clara, directa, concisa. También, obvia, nadie "cuenta todo", y mucho menos en una autobiografía. Y es una pena que sea así, porque para saber la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre la vida y milagros de Luis Nazer con "50/30 Vivencial" no alcanza. Para esos curiosos incorregibles, que devoran a escondidas las páginas de cotilleo de las revistas del corazón y que quieren saber más que la versión oficial de la historia van a tener que esperar que se publique, si es que eso alguna vez ocurre, la biografía no autorizada. Mientras tanto no quedó más que apurar una copa de champagne, una y no más, porque el catering era de una humildad franciscana, y salir en busca de acción en otros puertos. No hubo más remedio. La presentación del libro del mandamás de la agencia de publicidad NZR fue un acto íntimo, casi familiar, y como es bien sabido no hay reunión familiar divertida, menos si no hay "tiros, líos y cosa golda", como prometía pistolas en mano el bueno de Oaki allá lejos y hace tiempo. Hubo, eso sí, invitados ilustres. Encabezó la lista, Mario Borgonovo, que cuando se dio cuenta que no tenía la más mínima chance de cantarse un tanguito, partió raudo y veloz, y lo que es peor, copa en mano y sin siquiera decir adiós. Lo siguió Susana Rueda, que desde que se convenció de que no iba a poder cumplir el sueño de trabajar con Julito Orselli en "Te conozco, Rosario", movió el banco de suplentes. ¡Va a hacer un programa con Robertino Caferra! También estuvo Martín Garrone, quien desde que abandonó el mundo del marketing, está empecinado en poner un mariposario en la isla. No podía faltar, claro, la escritora Patricia Bottale. El mundo de los libros es su debilidad. Aunque se ve
que también el de la moda: ¡estaba vestida para matar! Falda ceñida, botas de caña
alta, un sweater ligero y ajustado. Muy sugestiva. Pero no más
que la etérea camisa blanca
de Clarita García, (¡sí, no
se equivoca, la Secretaria
de Servicios Públicos municipal!), que insinuaba
su delicada silueta felina.
Un bombón asesino.
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