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 domingo, 27 de agosto de 2006  
Bein: “El paraguas salarial del año próximo debe ser del 15%"
El economista destacó la intervención del gobierno para defender el dólar alto y frenar la inflación

Miguel Bein es uno de los economistas que menos cuestionó las bases del modelo económico surgido tras las crisis de 2001, apuntalado en el dólar alto y el superávit fiscal. Esta semana estuvo en Rosario invitado por el Banco Industrial, en el marco del ciclo “Descifrando el futuro”, que organiza tradicionalmente esa entidad. Aunque optimista en materia de proyecciones de crecimiento (está elevando hacia arriba incluso las estimaciones para 2007), consideró que a mediano plazo se abren algunos interrogantes en el frente fiscal, sobre todo por el deterioro del superávit de las provincias. Defendió la presión del gobierno en materia de precios para bajar las expectativas inflacionarias y consideró que para el año próximo se debería establecer un paraguas de negociación salarial del 15%. Por el lado de la inversión, aseguró que la nueva ola vendrá por el lado de los servicios, el comercio y el transporte.

  —¿Qué amenaza el crecimiento económico?

  —Este año viene para un crecimiento del 8%, contra 9,2% de 2005. La diferencia tiene bastante que ver con lo que pasó con la cosecha. La sequía de la primavera-verano 2005/2006 generó una caída importante de la producción de maíz y trigo. Hay una desaceleración lógica, pero todavía estamos con un dinamismo muy grande. Nosotros ya a esta altura del año estamos proyectando un crecimiento de 6,6% para 2007, y en la medida que no haya muchos cambios, en los próximos tres o cuatro mes lo vamos a ir levantando. Hoy la economía se mueve muy rápido y ya está en una zona de normalidad. No es que estamos en Disneylandia, pero veníamos del tren fantasma. Estamos viajando con cielo despejado, lo cual no quiere decir que el éxito de dinamismo se traduzca necesariamente en un éxito de organización económica-social. Todavía la economía puede crecer por capacidad ociosa. No tanto en el área industrial pero sí en la de servicios privados, como comercio, turismo, servicios de salud, servicios personales, transporte. En estas áreas se puede crecer durante tres o cuatro años sin mucha inversión. El superávit externo es muy alto, parte por precios y por el dólar alto, pero también por cambios estructurales muy fuertes. Un ejemplo es la balanza del turismo, que siempre dio negativa, hoy da positiva. Los interrogantes vienen por el lado fiscal.

  —¿Por qué?

  —El interrogantes es si por tres o cuatro años se va a poder mantener el superávit fiscal en esta zona, de alrededor de 4% del PBI entre Nación y provincias, antes de pagar intereses. El año que viene esto va a bajar a 3,6%. Las provincias, que tenían un superávit fiscal de 1,5 puntos del PBI hace dos años, el año que viene van a estar en cero. Todavía hay paño. Aunque no haya una gran gestión hay dos años más de bonanza fiscal. Pero hay que mirar la trayectoria. El gasto público crece tres puntos por arriba que lo que crece la recaudación, para seis meses. Es la inversión pública lo que crece muy fuerte. Y no está mal. Con la crisis fiscal, la Argentina desatendió las obras de infraestructura. Pero hay que manejarla con balance. Esto hay que trabajarlo con un criterio de 5, 6 ó 7 años. El otro tema es la provisión de energía. Hoy la oferta y la demanda están todavía con un saldo apenas favorable del lado de la oferta, pero están cada vez más ajustadas. El gobierno aceleró en los últimos cuatro o cinco meses los proyectos en la materia, pero esto debió hacerse hace un año y medio. Esperemos que ahora el paso no se pierda.

  —¿La inflación está controlada?

  —Sí. Esperamos 9,6% para este año, con una disparidad muy grande entre los precios de los servicios y bienes regulados, y los que no. La parte no regulada se mueve al 13% y la regulada 6 o 7%. La inflación era un problema hace 6 ó 7 meses porque las expectativas se habían ido al 12,5%. Hizo falta mucha presión política pero claramente los precios están confluyendo a una zona de manejo razonable. El peligro en un país como Argentina, acostumbrado a dirimir conflictos sociales y sectoriales de forma no convencional, es que una tasa de inflación demasiado alta desate una puja distributiva que empiece una carrera de precios y salarios. Mientras la inflación se mantenga en la zona de un dígito, más el paraguas a la negociación salarial, las expectativas estarán contenidas.

  —Los acuerdos sirvieron.

  —El problema es el siguiente. Una vez que uno definió que la estrategia de política económica se basa en un dólar bien alto, y hoy está 25% arriba de lo que determinaría el equilibrio del mercado, todos los precios y salarios tienden a converger a ese tipo de cambio. El dólar alto es una buena estrategia. El tema es cómo frenar la puja distributiva que se desata con su suba. Lo primero es poner un poco de orden en el sector de los precios, tratando de moderar la rentabilidad de los sectores que tienen un dólar tan alto, en algunos casos con retenciones y en otros “buscando “acuerdos de precios”. Si el gobierno no hubiera ejercido presión entre enero y marzo con las empresas, no podría haber cerrado una negociación paraguas de salarios de sólo el 19% anual. La negociación salarial hubiera salido en la zona de 27 ó 28%. Y estaríamos hablando de una inflación de 13 ó 14%. El gran desafío del gobierno es lograr que el paraguas salarial que se pacte en abril sea del 15%. Si logra eso, va a definir una inflación parecida al 8% en el próximo año.

  —Es una estrategia con fuerte intervención política.

  —En la acción política uno tiene que ir construyendo los senderos de una inflación más baja, descendente. Dado que el tipo de cambio está puesto arriba, los salarios van a aumentar 20 ó 25% en dólares en los próximos cuatro años, los márgenes de los comercios que están muy reprimidos se van a soltar, lo mismo que la retribución de los profesionales independientes, los monotributistas, los que dan servicios a hogares y empresas. Lo deseable es que es recuperación se haga a un ritmo de 5% por año. No es una gestión sencilla. No está en los libros de economía. Tiene que ver con la habilidad para manejar en el barro que tengan los que conducen la política económica.

  —Hay economistas que expresaron sus prevenciones por la política del Central para mantener el dólar alto. ¿Hay tensión en ese aspecto?

  —Hay tensión. Con el dólar 20 ó 25% arriba, se produce una sobreoferta de divisas. Por cada dólar el Central tiene que emitir pesos nuevos. Hoy no se está emitiendo de forma tan expansiva como en 2004. Pero a su vez el Central tiene que esterilizar el exceso de oferta para evitar presiones inflacionarias, emitiendo deuda. Y la deuda que coloca es cara. Paga este costo con los rendimientos que obtiene por la colocación de sus reservas. La ecuación que era extraordinariamente favorable al Central hace dos años, se pone cada vez más finita. Cada vez le está costando más la política de acumulación de reservas. Se achica la ventaja de rendimiento entre activos y pasivos del BCRA. Por eso subió los encajes y aplicó el nuevo tratamiento diferencial. Esa medida está solamente justificada en la necesidad de evitar la zona de déficit. Tiene armas adicionales pero si no logra bajar el costo de esterilizar la expansión monetaria, el año próximo puede entrar en una zona más riesgosa.
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Bein aseguró que el dólar hoy está 25% "arriba" de lo que determinaría el equilibrio del mercado.


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