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 domingo, 16 de julio de 2006  
[Nota de tapa] - De las raíces y el cielo
Adolfo Nigro: "El mundo del pintor entra por los ojos"
El artista revive su paisaje natal en "De aire en aire", un homenaje a Juan L. Ortiz que exhibe el Museo del Diario La Capital. Aquí explica su modo de trabajo y las sutiles relaciones del texto poético y la respuesta plástica

Osvaldo Aguirre / La Capital

"Nací en una tierra litoral, frente al río Paraná. Más allá estaban las verdes, infinitas islas", dice Adolfo Nigro en "Tierra y tiempo", un texto breve donde arte y biografía se asocian de modo inseparable. Ese paisaje, y el modo de relacionarse con él, en una comunión donde el sujeto se integra con lo que contempla, ha sido tal vez uno de los impulsos más fuertes para su acercamiento a Juan L. Ortiz y para "De aire en aire" el homenaje que le tributa al gran poeta de Entre Ríos y que se exhibe actualmente en el Museo del Diario La Capital.

Nigro nació en Rosario, en 1942, pero pronto se trasladó a la ciudad de Buenos Aires, donde transcurrió su formación. En 1966 se radicó en Uruguay, donde reencontró el paisaje de su infancia, el mismo al que retornaba durante las vacaciones de verano y al que reconoce como nutriente de su protección. Un paisaje hecho de agua y cielo, de barcas y pescadores, sutil y evanescente como su misma materia. Y también de palabras, las palabras leves y extraordinariamente intensas de Ortiz (1896-1978) que retornan ahora en los papeles que Nigro compone con la tijera como único instrumento. Como si escribiera en el aire.

-¿Cómo empezó tu relación con la obra de Juan L. Ortiz?

-Lo primero que llegó a mis manos fue una antología que hizo Juana Bignozzi. Hace años que cuando pinto están los textos de Juanele dando vueltas. En un catálogo mío puse "me atravesaba un río, me atravesaba un río" (cita de un poema de Ortiz). A una obra mía le puse "El agua y la noche", que es el título de uno de sus poemarios. Yo he trabajado mucho con poesía, por ejemplo con Raúl González Tuñón, con textos de poetas amigos como (Hugo) Achúgar, Laura Haimovichi -con quien sacamos un libro el año pasado, donde hice veintiocho collages- o Pablo Narral, que va a publicar un texto con dibujos míos, se llama "Horizontes catalanes", una serie que empecé en el 76 en Barcelona. He hecho obras sobre temas de Cesare Pavese, escribí textos de Pavese, de Juan Gelman, en los cuadros, en papeles, en tintas. Siempre inserté textos en mi obras. En el 86, en una revista, publiqué un texto escrito a mano de Juanele, un fragmento que acompañé con una imagen. Es un texto que está en "De aire en aire", pero me di cuenta después, cuando pasé los textos para el libro (de la muestra): "Porque la tierra tiene una atmósfera/ y ellos son del aire".

-¿Cuál es tu lectura de Juanele?

-En los textos de Juanele, como en otros poetas, encuentro lo que yo no puedo decir en palabras. Yo nací en Catamarca y Mitre, me crié frente al Paraná, pasé toda la infancia en Rosario y parte en Buenos Aires, en el Tigre. Aparte mi vida siempre transcurrió entre Rosario y Buenos Aires, lo móvil siempre estuvo presente. Mi obra es móvil desde que termino de estudiar a los maestros, cuando empieza a tener un carácter propio, es decir, que dentro de las influencias hay un pequeño aporte de composición de la realidad, del mundo, de la sociedad, de lo que es el arte, la política, ese momento de la obra cuando aparte de estudiar tenés algo más, porque si no es un ejercicio del artesano. Después del año 75-76 mi obra transcurre en el espacio de la cultura, de lo plástico, en un espacio más dinámico.

-¿Cuál es tu visión de la figura de Ortiz?

-Veía ahí una vida que yo hice. En la lectura de Juanele, en las fotos, en las historias que me contaban (Hugo) Padeletti y (Hugo) Gola, en las entrevistas que le hizo hace muchos años Vicente Zito Lema, vi que él hizo una obra sin salir prácticamente de Entre Ríos. Para crear él planteó situarse en su realidad no solamente visual y estética sino humana, eligió vivir con cierta gente y con una atmósfera que era la cotidiana de él.

-¿Te propusiste trabajar sobre la levedad?

-La idea de levitación siempre está. Porque yo armo una obra donde el motivo principal está arriba y abajo está vacío. La estructura es la parte de arriba, siempre todo transcurre arriba. La idea de levitación ya está en una obra que hice en el 69. Después leí a Italo Calvino y su propuesta de la levedad como una de las "Cinco propuestas para el próximo milenio". Tengo otra serie de pinturas, "Migraciones", del año 80, llena de objetos volando. Y bueno, la colección "De aire en aire" la hice en Uruguay, en un pueblito que se llama Punta Colorada. Me había llevado la carpeta con papeles; en ese momento no necesitaba pintar, no quería agarrar un pincel y le pedí a mi hija Trilce una tijerita. Y sentado en esa casa frente al río comencé a hacer estas imágenes. Lo que me llevo siempre cuando voy de viaje es "Trabajar cansa" de Cesare Pavese y la antología de Juanele.

-¿Cómo es que empezás a trabajar con un texto poético?

-Yo busco textos que coincidan con lo mío, a los cuales yo les pueda dar respuesta plásticamente. Manejo la imagen plástica, que no habla, se ve, yo trabajo con formas, colores, texturas, dimensiones, pesos. Mis ideas surgen de la experimentación, de la práctica del lenguaje. La poesía es también una práctica del lenguaje. Y cuando pinto no sé qué voy a hacer. Eso no quiere decir que sea arbitrario, yo tengo una formación de cincuenta años de pintar, he pintado cientos de obras. Entonces ya no me planteo con qué teoría voy a trabajar, ya no me interesa la teoría. Eso lo aprendí de Grela, cuando dijo "ya no me importa si un color está relacionado con otro, a cierta altura uno no se preocupa por eso porque si no es formalismo". Después que uno aprende el oficio hay que olvidarse. hay que ser artesano en el sentido de conocer el oficio y las herramientas, no se puede construir o pintar siendo un ignorante de lo plástico, sin saber cómo una forma es más abierta o más cerrada, más pesada, más regular o más irregular, cómo se convierte en un estallido. Eso se aprende. Yo pongo el lenguaje en función de elementos expuestos, de la combinación de elementos heterogéneos. En un collage, por ejemplo, pongo un corcho con un huevo de tiburón, ramas secas y una semilla. De pronto pongo dos clavos y un hilo. Lo termino y digo: "¿esto qué es?" Y se me ocurre: un pez. La obra tiende a una unidad de concepción, como en "De aire en aire", que es un dibujo en el espacio. La tijera va abriendo como surcos, como si fuera en el agua, una obra me va llevando y yo sigo el movimiento de la tijera, inclusive la dificultad del papel cuando la tijera va buscando definir una forma y uno retrocede, vuelve, perfora con la punta un ojo de pez, sigue buscando una rama, un caracol, ondas del viento. Recuerdo que Juanele hablaba de las gotas de lluvia que caían en el pez o las aguas, entonces empecé a hacer perforaciones en el papel como gotas de agua. Venían descendiendo las verticales en pequeños fragmentos que iban llegando casi a un punto y de ahí en tres o cuatro cortes ahuecados sobre el papel salieron los pájaros. Yo los nombro después, tengo los elementos de Juanele, por ejemplo los juncos, y opongo a esa situación vertical un gran caracol que entra, se sumerge una estrella dentro del caracol, estallan más estrellas hacia la parte superior. La obra se va haciendo, no hay un contenido previo sino que el contenido viene después y no es arbitrario, sigo un camino, voy como la tijera, que va abriendo los surcos de papel, llevado por los textos de Juanele. El tema de la presencia humana aparece inmerso en la totalidad de formas que en este caso son de la isla. Mi papá se cruzaba a nado a la isla, desde lo que hoy es el Parque España, me llevaba de chico. El recuerdo mío es el miedo que le teníamos a las víboras, la presencia de los mosquitos y mi tío que quemaba bolsas para ahuyentarlos. Después, cuando mi padre emigra a Buenos Aires a trabajar, yo siempre quería volver. Entonces los veranos los pasaba en Rosario, era ir a la isla, a la estación, a pelearse con los marineros en el puerto. Me subía a un gran ombú y jugábamos en lo que hoy es la plaza Guernica. Todo eso es la base de los símbolos que uso en mi obra plástica.

-¿Tu elemento es el aire?

-Y además el agua, lo inmerso, las lombrices, los camalotes, los habitantes del agua. Y el pescador. En mis obras hay manos con cuchillas, hay ojos, hay redes, patas, cucharas. El objeto de la industria es un farol de noche, por ejemplo. La taza redonda, del café con leche, bien honda, profunda. Ese mundo está mezclado con la fauna y la flora de la isla. Y desde el 75 en adelante es también la costa uruguaya, Aguas Dulces, La Paloma. Eso es lo que nutrió, no lo urbano. El mundo del pintor, en mi caso, entra por los ojos. La literatura lo nutre. Las imágenes poéticas me hacen inventar. Los elementos se van mezclando como en un recorrido ininterrumpido. Empiezo a dibujar con la tijera, perforo. Por momentos no sé lo que hago, son elementos que además se componen de distinta realidad. Una forma es rama, junco, luna, ojo y mano; mano de hombre, ojo de pescado, un ojo de pescado es una luna, voy asociando de modo libre pero no arbitrario. Lo hago sin saber si es arriba o abajo, si es horizontal o vertical. En toda mi obra no hay jerarquía de nada, una cacerola y una botella pueden ser más grandes que una mano o un pie, una barca más chica que una botella. Modifiqué la relación entre las cosas pensando -que es lo que siento con Juanele- en una idea de universalizar, de unificar las cosas. "¿Cómo sabés que queda así?", me dicen mis amigos pintores, cuando termino, algo. Pero yo no lo sé, voy avanzando y lo que consigo queda así. No pienso en lo que termino de hacer sino en lo que estoy realizando. En un momento dado cierra todo y ya no tengo nada que decir.

-Después de terminar "De aire en aire", ¿cuáles serían, a tu criterio, los contenidos de la serie?

-Primero suprimir color. Después usar el papel, que es un elemento leve. Además en los papeles grandes usé papel manteca que tiene todo un movimiento en sí mismo, y en la exposición tiene que estar en movimiento. Es una obra que veía dura cuando la hice en hierro, salvo un caracol rojo cuyo eje se comenzó a desplazar. Estos papeles, en cambio, son móviles, la tijera va desplazando el papel hacia los bordes, los va abriendo pero no como heridas. Acá no hay expresión de dolor. Al final del recorrido hay una barca, un bote, un lombriz. Estoy metido en ese papel, yo no dirijo la tijera. El instrumento es la tijera, que se dirige hacia un pensamiento que busca una expresión pero que no sabe cuál es. Si hay expresión, en todo caso, es al final del recorrido que se concreta en un hecho plástico y que por supuesto va a tener los vínculos que en este momento le da la base de los poemas de Juanele. El texto me sugiere con qué materiales voy a trabajar, con qué lenguaje voy a entrar. Yo vivo leyendo y surtiéndome de imágenes. Cada poeta o escritor amplía mi propio repertorio, yo al buscar los textos busco salir de mí mismo. A mí no me interesa expresar a Nigro, yo expreso los textos, trabajo con instrumentos objetivos pero no sometido. El texto que leo me pide una resolución, y cada texto propone un lenguaje diferente.
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En acción. "Estoy metido en ese pael. El instrumento es la tijera, que se dirige hacia un pensamiento", dice Nigro.

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