Límite vertical

Newell's jugó mal y se bajó de la punta del Clausura

Perdió de local 2 a 1 con el ascendente Lanús, que alcanzó la cima del torneo

Gustavo Conti / Ovación

No se puede caer con todo el peso de la crítica por un mal paso. Tampoco dejar de mencionar que Newell's se plantó en el momento más inoportuno. Venía demasiado bien el equipo de Pumpido como para que un partido devuelva ahora la imagen invertida. Sin embargo, Lanús le expuso límites esperados quizás antes, al punto de que no se puede soslayar que, por lo mostrado ayer y porque no hay tiempo para nada, el panorama para el martes donde se jugará su clasificación copera aparece ahora con un signo de interrogación.

Tan dura la semblanza como real. Newell's no mostró su desgaste cuando buscó el arco rival, del minuto cero al noventa, pero sí en la reacción, en la velocidad para leer una jugada, en la disputa cuerpo a cuerpo donde casi siempre prevaleció Lanús, excepto cuando debían pasar a Spolli. Y más evidente fue eso por el esquema que planteó Pumpido, que se reveló como inapropiado, no por lo que había en juego sino por lo que podían dar los suyos.

Lanús se lo hizo ver clarito de entrada, en una doble falla de Zapata y Aguirre que Leto no llevó a la red porque se interpuso Villar. También en dos tiros libres de Fabbiani por faltas a destiempo cerca del área y en el gol de Biglieri, que resumió todo lo dicho. Hasta el arquero leproso se equivocó entregando en una salida común una pelota forzada a Rivera, el defensor se la dejó corta a Spolli y el delantero grana, escurridizo y despierto, la mandó adentro.

Apenas Gavilán tuvo una buena a la carrera, después de que Belluschi lo habilitara, pero la tiró lejos de cara a Bossio. Aún cuando tras el 0-1 Newell's intentó asustar a Chiquito, no sólo no lo logró sino que agrandó a Gioda, que no sólo ganaba en su área sino en la de enfrente, como cuando en el final del primer tiempo tuvo un par claritas. Otro detalle del mismo análisis: cada pelota aérea en el área rojinegra la terminaba un hombre granate.

Escondido Cejas adentro, demasiado propenso Ortega a tirarse antes que a jugarla, sin señales en Scocco del artillero que amagaba ser, Newell's descargó su impotencia en Furchi, pero al juez poco puede recriminarle su suerte. Tampoco al asistente Claudio Rossi, cuando partió la pelota cruzada de Quinteros, Biglieri picó solito por derecha habilitado allá lejos con lo justo por Spolli y Fabbiani, que hizo poner verde a Aguirre (mientras estuvo en la cancha) y compañía, la mandó al fondo, nuevamente en un comienzo de etapa.

El 0-2 no sólo caía como fruta madura por los goles de sus dos incisivos delanteros, si no por el respaldo desde atrás, donde los tándem Archubi-Leto y Graieb-Marcos Aguirre prevalecieron por los costados, y hasta la dupla de volantes centrales Quinteros-Pelletieri hacía lo propio con los inexpresivos Colace y Zapata.

El ingreso de Peralta le dio cierta esperanza a Newell's, mostrando que entiende más la función de volante izquierdo que Belluschi. Y la arremetida de Spolli, venciendo a Bossio entrando por derecha tras una perfecta asistencia de Ortega, lo acercaba a un empate del que nunca estuvo cerca.

¿Hasta aquí llegó Newell's? Sería apresurado e irrespetuoso decirlo, pero la impresión fue que en lo más alto de sus expectativas apareció algo así como un límite vertical. Un límite que puede impedirle hacer cumbre.

Ortega protestó más de lo que jugó.