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 domingo, 26 de marzo de 2006  
El "capitán del Titanic" no cede ante sus detractores

Hanns Jochen / Siegfried Mortkowitz

París.- "Capitán del Titanic". Así llama un escéptico compañero de partido al premier Dominique de Villepin. Otros ven en él a un "guerrero", los opositores a un "obsesionado". Con una ostensible y estricta intransigencia, Villepin lucha incluso después de semanas de crecientes protestas y a pesar de la amenaza de huelga por imponer su controvertida reforma laboral. "No habrá capitulación" frente al ultimátum de los sindicatos y estudiantes, reza la consigna del jefe de gobierno.

En el seno del partido gubernamental UMP crece 13 meses antes de las elecciones presidenciales la resistencia a la arriesgada política de Villepin, lo que no significa que el aspirante a la presidencia vaya a ser necesariamente el perdedor. "Nosotros los conservadores deberíamos dejar de preocuparnos por la juventud, porque cada vez se vuelve contra nosotros". Con semejante exceso de ironía el diputado de UMP Patrick Devedjian hace frente a los estudiantes en protesta y opina: "La calle no puede ser la corte de apelación para las leyes".

El ministro del Interior Nicolas Sarkozy (el presidente de la UMP y adversario de Villepin) ve como, sentado en el mismo barco que el premier, se le escapan ya las opciones para las presidenciales de 2007.

La reforma de Villepin impuesta por la fuerza, que incluye períodos de pruebas de dos años para jóvenes trabajadores, crea inquietud en las filas del gobierno. Los enfadados alumnos, estudiantes y sindicalistas ponen a prueba su fuerza al igual que Villepin y reclaman la anulación de la ley y salen incluso por decenas de miles a la calle cuando oficialmente no hay convocada una jornada de manifestaciones. Así parece más que imposible que las partes se sienten en una mesa a negociar.


¿Dónde está Chirac?
"¿Dónde está (el presidente) Jacques Chirac? ¿Y qué hace para superar la crisis?". Los medios sólo ven una solución: que el jefe de Estado haga valer su autoridad. Pero el Palacio del Elíseo continúa apostando por que se calme la oleada de protestas. Y Villepin podría hacer concesiones a pesar de toda la firmeza demostrada. La crisis es una prueba de resistencia.

La práctica política y social de Villepin de llevar todo hasta el límite recuerda a la de otros dos ex líderes occidentales que se enfrentaron a los poderosos sindicatos en sus países hace unos 25 años y ganaron: la entonces premier británica Margaret Thatcher y el por aquel entonces presidente de EEUU, Ronald Reagan.

En ambos casos, las derrotas de los sindicatos mineros y los de los controladores aéreos, respectivamente, fueron un anuncio en última instancia de períodos de reformas económicas profundas que transformaron ambos países, reduciendo significativamente los derechos y beneficios de los trabajadores y aumentando la flexibilidad de los patronos. Si esta es la intención de Villepin y sale victorioso, entonces Francia se encontrará efectivamente en un punto decisivo y crucial de su historia.

Sin embargo, si fracasa, el concepto de reforma económica podría quedar tan gravemente dañado que ningún gobierno francés, al menos en la derecha del espectro político, será capaz de hacer en los próximos años un nuevo intento con esperanzas de salir victorioso.

Esto recuerda a un trauma de 1986 que Chirac todavía no habrá olvidado: tras tres semanas de protestas masivas muere el estudiante Malik Oussekine, enfermo de riñón, después de ser golpeado por la policía. Chirac retira de inmediato la por aquel entonces controvertida reforma universitaria. El ministro responsable de la ley dimite, los conservadores caen dramáticamente en las encuestas.


El enfermo de Europa
Francia, apodada ya en el extranjero como "el enfermo de Europa", se enfrenta a nuevas jornadas de protestas de los estudiantes y ante un día de acción y huelga nacional el martes que viene. Se temen otra vez nuevos enfrentamientos al margen de las manifestaciones. (DPA)
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