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 domingo, 26 de marzo de 2006  
A beber. Assa comenzará sus inversiones en el distrito más afectado de Rosario
En la zona oeste unas 25 mil personas tienen gravísimos problemas con el agua
Los barrios se debaten entre la escasez y la falta de presión. Algunos son asistidos con cubas

Pablo Procopio / La Capital

La decisión de Aguas Santafesinas SA (Assa) de invertir en obras de infraestructura, y sobre todo en la construcción del acueducto Ocampo, abre una nueva perspectiva para la zona oeste de la ciudad, un vasto sector postergado por largos años de desinversión de parte de Aguas Provinciales de Santa Fe. Sin dudas, este distrito constituye uno de los desafíos más grandes para la flamante firma estatal santafesina, teniendo en cuenta que unas 25 mil personas en ese sector padecen gravísimos problemas con el suministro. La Capital compartió sus penurias.

Recorrer el oeste de la ciudad sirve para evidenciar al mismo tiempo sus carencias. Pero si hubiera que marcar la más notoria, sin duda sobresale el problema con el agua: una situación que se debate entre la escasez, por un lado, y su nula presencia, por el otro. Así, mientras que hay barrios en general bien constituidos donde la irregular presión tiene a maltraer a sus vecinos, existen otros en los que las redes brillan por su ausencia. Muchos años en los cuales la zona no existió en la agenda de Aguas Provinciales.

Cinco cubas municipales recorren diariamente el distrito oeste para proveer del servicio a quienes lo necesitan. Los camiones abastecedores pertenecen a diferentes áreas de la Intendencia: la Central de Operaciones de Emergencias, Parques y Paseos, y Conservación de la Vía Pública. Y con idéntico fin, Assa utiliza cinco equipos.

Las cubas son utilizadas todos los días "desde las 7 y hasta las 20", expresa Jorge Arias, director de la Central de Operaciones de Emergencias. Los tanques ya casi han dejado huellas en los caminos embarrados que llevan a los barrios El Hornerito, Los Cardos, Monte de Olivos y Vía Honda, entre otros.

Además, van a escuelas, centros de salud y comisarías. Un ejemplo es precisamente el colegio ubicado en Avellaneda al 7000 (y La Cumparsita). Hasta hace pocos días hubo que suministrarle agua permanentemente hasta que el Fondo de Asistencia Educativa (FAE) entró en acción y le instaló una bomba. Las cubas concurrieron dos veces por día durante un mes. Al inicio del ciclo lectivo, los padres decidieron no enviar a sus hijos hasta que se solucionara el inconveniente.

En gran parte de los casos, los barrios afectados por la falta de agua son núcleos precarios asentados sobre terrenos privados, absolutamente irregulares y sin ningún tipo de acceso a la red como para conectarse aunque sea en forma clandestina. Pero hay otros que cuentan con ese tipo de conexiones ilegales porque tienen algún caño maestro cerca, por ejemplo Villa Banana o Vía Honda. Se trata de añadir una extensión por donde pasa el agua, y de instalar canillas comunitarias.

El barrio se organiza espontáneamente, a veces en colaboración con instituciones como la Asamblea Provincial por el Derecho al Agua, y así consigue una salida donde, a veces, sólo corre un hilito.

No obstante, la precariedad del suministro se observa hasta en zonas con mejor infraestructura y donde los habitantes pagan por el fluido. En efecto, el barrio Godoy, un vecindario tradicional, no siempre tiene presión suficiente.
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Una manguera conectada por un vecino abastece a los habitantes de El Hornerito.

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