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domingo,
05 de
marzo de
2006 |
Aventura y ecoturismo en el delta del Paraná
Es el lugar ideal que invita a vivir en plenitud y libertad. Un destino ideal para un fin de semana de descanso
Vilma Lilia Osella
El delta de Tigre es una atracción fascinante. La ciudad, completamente vigorizada, ofrece un alojamiento, recreos y paseos, un puerto de frutos, el viejo Tigre Hotel, un casino espléndido, una costanera de lujo e infinitos deportes que esperan en ríos y arroyos. Está también el Parque de la Costa para disfrutar en familia.
Uno puede tener el privilegio de alojarse en la casa que el ingeniero Maschwitz construyó para él y su mujer, allá por 1913, en épocas cuando los porteños veraneaban en Tigre. "Nunca usó este lugar porque murió antes de estrenarla", explica Corina Holste encargada de RRPP en Villa Julia, el hotel cinco estrellas que NA Town & Country Hotels incorporó a sus exclusivas ofertas.
El hotel se ubica en el Paseo Victorica, frente al río Luján. Tiene 5 habitaciones: una suite estilo loft, dos suites con terraza propia y dos habitaciones de lujo con terraza compartida. Están equipadas con las máximas comodidades integrando los elementos tradicionales con una decoración moderna y funcional.
Los petit muebles, los sillones y los adornos se compraron en casa de anticuarios. Los cuartos poseen pisos originales y terraza con vista al río, enuncia Holste. "Villa Julia ha sido restaurada cuidadosamente conservando su estructura original de casa de veraneo; la fachada está adornada con importantes columnas que sostienen la galería y el hall de entrada conserva los pisos de mosaicos venecitas y molduras decorativas. El restaurante ofrece platos de la cocina internacional con influencia mediterránea".
Pasear por el parque de 1600 metros cuadrados que rodea la villa, puede ser la primera de las actividades. Otra, usar la pileta del hotel, que en otoño y primavera está climatizada, o bien caminar por la costanera (Paseo Lavalle-Victorica) a la sombra de la frondosa arboleda de la costa, observando el río Luján y sentarse a su vera contemplando la movida náutica protagonizada por lanchas, catamaranes, botes y otros vehículos que parten desde la Estación Fluvial. Allí mismo está el Ente Municipal de Turismo de Tigre, que proporciona todo tipo de información para disfrutar la ciudad y su delta.
Villa Julia tiene su propia lancha, de las del '50, toda de madera lustrada, donde llevan a pasear a los huéspedes, aunque puede alquilarse todo tipo de embarcación para pasear por los ríos, riachos y arroyos que zigzaguean por el singular y multiverde delta donde las cortaderas avanzan desde la costa, los ceibales se caen torpemente al agua y los camalotes se preparan en la orilla para emprender su fluvial travesía.
Mimbres, ratán y frutos
A cielo abierto y en el Puerto de Frutos hay artesanías de mimbre, caña, ratán y madera; licores elaborados con frutos del delta; velas de todos colores; flores artificiales y secas; petit muebles y un sinfín de abalorios que tientan a sacar la billetera hasta al señor más formal. Está abierto, de lunes a lunes, de 10 a 19. Durante los días de semana sólo algunos locales trabajan. Varios restaurantes y confiterías ofrecen menúes para almorzar, tomar el té o algún trago.
También hay un parque de juegos para los chicos donde mimos y payasos muestran sus habilidades. Las verduras y frutas, se agregan a la oferta junto con hongos de pino, setas y aceitunas preparadas. El color, los sonidos y los olores se presentan a los sentidos. Todo es natural, de tangibles beneficios.
Otro hit de este paseo es el Tigre Hotel demolido en 1940 y hoy restaurado y convertido en el Centro Cultural de Tigre. Los restauradores trabajan a puertas cerradas. Nadie dice qué se hace en el interior pero desde afuera se aprecia el rescate de las molduras, su pintura original y su techo de pizarras grises.
También está el Casino, siempre abierto para ofrecer entretenimientos y dos espléndidos restaurantes de precios accesibles. Y el Parque de la Costa que abre en vacaciones todos los días y en épocas normales de viernes a domingos incluyendo feriados.
Recreos isleños
Para visitar algún recreo del Tigre, se puede dejar el auto en los estacionamientos privados de los alrededores de la Estación Fluvial. Los recreos son privados o sindicales, y abonando una entrada, se accede para jugar al fútbol, al voley o tirar algo de carne a la parrilla. Con suerte hasta hay pileta y si no la hay, el río es una buena variante.
También está la posibilidad de almorzar en un restaurante, o pernoctar en hosterías, complejos de cabañas o casas de alquiler.
En algunos sectores hay senderos que permiten recorrer la forma de vida de los isleños. "Son huraños en la cotidianeidad y solidarios en la emergencia", manifiesta Adriana Mandelli, quien viaja con su marido y su nieta en la lancha colectiva de la empresa Interisleña. "Nosotros alquilamos una casa todo el año por $500 por mes. El jueves traigo carne y algunas otras provisiones desde Palermo, donde vivo en Buenos Aires. Tenemos la proveeduría al lado de la casa, pasa la lancha almacén cada hora y la Gendarmería y el dispensario tienen sus instalaciones enfrente, a una cuadra".
Los Mandelli aseguran que por el arroyo Rama Negra, donde residen en el Delta, los vecinos son amigables, el agua incontaminada, los peces de fácil pique, el silencio una bondad invalorable y los apacibles días "cargan las pilas para seguir el trabajo en la semana", se alegran.
Otra versión del Delta es la zona del río Sarmiento. "Pasa la lancha con tartas, panchos y sándwiches de lomo. A cada rato hay una promoción de fiambres, vinos o licores de diferentes marcas", informa Claudia Fráncica, propietaria del restaurante-recreo "Atelier Chez Lissie", a 22 kilómetros de Tigre por vía navegable.
Transporte y otras yerbas
Las lanchas colectivas zarpan desde la Estación Fluvial de Tigre situada en la calle Mitre 305. A partir de los seis años se pagan boletos y el importe varía conforme el destino. Si se desea hacer conexiones entre diferentes puntos isleños, se abona un adicional.
Los pasajes se compran en las boleterías pero conviene averiguar bien los horarios de salida, ya sea llamando por teléfono a la empresa transportadora o acudiendo personalmente al Ente de Turismo de Tigre, ubicado enfrente de la terminal náutica.
Las mascotas si son grandes, viajan en la parte superior de la lancha y si son pequeñas debe llevarse en una canasta. El tiempo completo de navegación de estas lanchas es de 3 horas y si los pasajeros no abundan se lo puede aprovechar punto a punto. Esto también hay que confirmarlo con la Empresa Interisleña. Funcionan de 8 a 19 y si se pierde la última se puede llamar telefónicamente una lancha taxi.
Los catamaranes son otra forma de trasladarse. No se detienen y tienen amplios ventanales por donde se filtra el paisaje. Ofrecen almuerzos, servicio de confitería y buena música funcional. Los deportistas tienen posibilidad de hacer salidas en botes de remo o kayak en compañía de un guía o instructor. El wakeboard, el ski acuático y el canotaje también encuentran continente en las aguas de los numerosos ríos. Hay safaris fotográficos, avistaje de aves y caminatas para los más tranquilos.
No tan lejos de Tigre, está también Teimaiken para chicos y grandes. Y no olvidemos que Unicenter espera muy cerca para todo tipo de compras. Si no se llegó hasta este destino en auto, a 20 minutos está Buenos Aires, por tren. Más de una hora tarda el 60 que termina en Constitución y atraviesa la ciudad.
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El delta del Tigre ofrece alojamientos, recreos, paseos, un puerto de frutos, un casino y una costanera de lujo. Está también el Parque de la Costa para disfrutar en familia.
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