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 domingo, 05 de marzo de 2006  
Opinión
A los verdaderos hinchas centralistas

Luis Alberto Yorlano (Especial para La Capital)

Nuevo código a respetar por todos los asistentes al Gigante. Venir a la cancha con las ganas necesarias para aguantar las barbaridades tácticas del equipo, sin derecho a ningún reproche. Si ocurriese algo desagradable en la cancha, evitar cualquier tipo de repudio y menos agraviar a la honorable comisión directiva. Si algunas de estas indicaciones no fuesen respetadas, caracterizados hinchas caerán con todas sus fuerzas sobre los" indisciplinados" hinchas. Los canallas deben elegir. Concurren a la tribuna con un cuero de cordero o hacen valer sus derechos como genuinos hinchas del club. Esto que suena como algo jocoso, no es tal.

Lo primero tiene vigencia y se vivió el miércoles cuando enfrentaron a Argentinos. Las cosas en el campo de juego no eran aceptadas y cuando comenzaron los estribillos en contra de la comisión, misteriosamente se abrieron las puertas que dividen los distintos sectores en las tribunas y aparecieron los "justicieros" que se alojan en la parte superior de la tribuna que da a Regatas para pegar y atemorizar a los verdaderos hinchas del club. Esta es la crónica del después. Sería interesante que algún juez en lo correccional actuara de oficio. Si bien solo esto es un indicio y para actuar se necesitan identificación de los revoltosos, es importante recordar que los barrabravas comenzaron a atemorizar cuando de distintos sectores se escuchaba. "Central va a salir campeón cuando se vayan los hijos de puta de la comisión".

¿Por qué estos barrasbravas salieron a defenderlos? Cualquier ciudadano rosarino conoce la relación barra-dirigente. ¿No es por lo menos esto un indicio que existe un pago por protección? ¿No ha llegado la hora de investigar esto? Que pregunten a los cientos de uniformados quién autorizó abrir la puerta para que ingresaran a sectores que les estaban vedados. A las nueve de las noche, cuando mis teléfonos no cesaban de sonar y yo de escuchar pedidos de ayuda de parte de los atemorizados hinchas, tomé contacto con un alto funcionario policial y al comentarle lo que estaba escuchando, me dijo: "Yo estoy en el campo de juego y todo es normal". Lo que le faltó decir fue que el problema estaba en la tribuna y que ahí no se meten.

Sería importante que los que administran la Justicia se hagan presente en las canchas. Si los antecedentes nos señalan que en los hechos más violentos no hay detenidos, tendrán que ser ellos los que se provean de elementos para proteger a los que van a la cancha como hinchas racionales y con el solo afán de ver ganar al equipo y no a los que hacen negocios con los hechos de violencias.

Es hora que lo que tienen que ver con estas barbaries, tomen conciencia que todo lo que genera ganar un peso extra es interesante, pero cuando se pone en peligro la vida de la gente es grave. " Solo le pido a Dios" reza una canción de León Gieco. Ya le pedimos demasiado a Dios. Habría que pedirle a todos los que deben bregar por la seguridad que dejen la hipocresía en el cajón de la cómoda y trabajen en serio.

Esa noche un policía me dijo "escribí lo que quieras, pero no nos critiqués sólo a nosotros". ¿Qué me habrá querido decir? Se lo digo. La policía como toda fuerza de seguridad es verticalista. Y recibe órdenes. Pero lo más extraño es pensar que haya funcionarios que acomoden, para beneficio personal, este flagelo que sacude cada domingo las canchas argentinas.l
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