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domingo,
05 de
marzo de
2006 |
Identidad masculina
Los nuevos varones
Ciertas arraigadas pautas culturales sobre la virilidad hacen que muchos hombres vivan con temor e inseguridad su propia sexualidad, y hasta eviten informarse, ya que eso dejaría en evidencia que no tienen experiencia y que no lo saben todo sobre sexo. Enfrentar este prejuicio sería, según se asegura, uno de los mayores desafíos del varón de hoy.
A raíz de la aparición de los anticonceptivos y de la mayor proyección social y laboral de las mujeres, la sexualidad femenina sufrió una revolución y una evolución fenomenales. La búsqueda del propio placer deja de considerarse "pecaminosa" o "indecente" y, para muchas, es hasta una simple cuestión de salud.
La identidad femenina abandona así los habituales caracteres de sumisión al varón, resignación pasiva y relegamiento en el mundo doméstico, valores tan profundamente arraigados a través de siglos en la cultura y que siguen disciplinando a buena parte de la sociedad.
Pero, ¿qué ha pasado mientras tanto con la sexualidad del varón? ¿Dónde y cómo han quedado parados los varones frente a estos cambios, frente a la inseminación artificial y a la posibilidad de las mujeres de autosatisfacerse sexualmente? El sexólogo León Roberto Gindín, quien trata de develar estos interrogantes en su reciente libro "La nueva sexualidad del varón", sugiere que si bien el varón "está experimentando una transición, desde el clásico lugar del macho inseminador hacia lo que podríamos llamar un hombre receptivo, la evolución no ha sido pareja en ambos sexos".
En muchas circunstancias el hombre, según observa Gindín, "no sabe cómo manejarse con ambos modelos de mujer, la antigua sometida y la nueva luchadora, y por eso cae en constantes contradicciones que lo llevan a serios e importantes conflictos en su vida sexual". Así es como más del 70% de las consultas sexológicas hoy se deben a disfunciones del varón, a pesar de que las estadísticas confiables afirman que la incidencia de problemas sexuales femeninos es mucho mayor.
Saberlo todo sobre sexo, ser los responsables del goce femenino, estar siempre listos, poder con todas las mujeres eran las "condiciones para ser hombre" sexualmente hablando, en el imaginario tradicional, el modelo machista. Los nuevos varones, sugiere, son los que poco a poco van dejando de lado esos prejuicios.
No obstante, identifica nuevas preocupaciones, tales como falta de información frente a la nueva actitud "avisada y exigente" de las mujeres, las nuevas significaciones del rechazo, la iniciativa femenina en lo sexual, el sentimiento de competencia entre varones ahora que ellas pueden comparar por sí mismas, y los apremios del mundo moderno, que "no corresponden con una vida sexual equilibrada".
Tamaño y erección
La gran duda que aqueja a los hombres sobre su sexualidad se refiere al tamaño del pene y a la frecuencia con la que es capaz de mantener relaciones. Los varones se preocupan tanto por el tamaño, asegura Gindín, porque desde chicos crecen con el temor de que el propio es "más pequeño que el de todos los demás". Este sentimiento se ve reforzado en la adolescencia por las competencias entre varones y luego a eso se agrega la opinión de las mujeres, cuando comparar ya dejó de ser sólo cosa de hombres en la ducha del club.
El autor cita el Informe Kinsey, en el cual se certifica que sólo un 5% de los varones tiene una erección de menos de 9 cm y apenas un 1%, mayor de 23 cm (las mediciones caseras suelen arrojar un resultado menor que el real al no tener en cuenta la grasa suprapúbica).
"A pesar de que algunas mujeres afirman que el pene grande les proporciona más placer, no hay evidencia de que dentro de las medidas citadas más arriba haya diferencias en ese sentido", agrega.
La sensibilidad vaginal, explica, se encuentra en el tercio externo del órgano femenino. "Es posible que las mujeres que creen en las ventajas de los penes grandes estén imbuidas del sentimiento de que son símbolo de mayor virilidad", dice.
En cuanto a las prácticas sexuales, la normalidad que tanto lo obsesiona varía según se base en criterios estadísticos (de modo que sería normal lo que hace más de la mitad de la gente), legales o morales, en los que juegan un papel especial las ideas religiosas.
La masturbación, normal desde el punto de vista estadístico y legal (ya que no es ilegal), sería anormal desde cierta óptica religiosa, y las relaciones orales-genitales, también estadísticamente normales, son consideradas delito, incluso entre cónyuges, "en todos los estados norteamericanos, menos en Illinois y Connecticut".
El libro describe además, entre otros temas, los nuevos modelos de sexualidad masculina, los aspectos fisiológicos y anatómicos de la genitalidad, analiza conductas y prácticas sexuales y cita las disfunciones más frecuentes y sus formas de tratamiento.
Mensajes del cuerpo
Mensajes del cuerpo
La idea de que detrás de una disfunción eréctil hay siempre un grave padecimiento psíquico, asegura Gindín en "La nueva sexualidad del varón", de Editorial Norma), ha quedado atrás. Sin embargo, drogas como el sildenafil hacen "mágicamente" que todo funcione casi siempre, pero usarlas para tapar un síntoma supone un grave riesgo. Una respuesta sexual insatisfactoria es un mensaje que hay que escuchar.
Si no le ocurre siempre, o si sólo le ocurre con una o con algunas mujeres y no con otras, es muy probable que el problema no sea orgánico ni farmacológico. Si la masturbación proporciona buena rigidez, probablemente se trate de un problema funcional o de pareja.
Si hubo antecedentes similares que espontáneamente se superaron, eso habla de una problemática psicológica. Si en otra circunstancia lo resolvió sin medicamentos (o si no bajó la dosis de medicación hipotensora, en el caso de un hipertenso), es muy poco probable que ahora la causa sea el medicamento.
Si hay antecedentes de diabetes en la familia, se debe consultar enseguida al médico: es la enfermedad impotentizante por excelencia. Algunos psicofármacos pueden tener efecto negativo sobre la respuesta sexual.
Conductas agresivas o coléricas, o bien sumisas y vengativas, por parte de la pareja, no ayudan a resolver el problema: sólo una actitud de comprensión y de diálogo puede hacerlo. Si la causa de la dificultad es medicamentosa, una actitud sexual más activa de la compañera ayudará a "vencer" el déficit.
Si en la vida cotidiana fuera de la cama hay problemas para manejar la ansiedad, es probable que sea esa dificultad la que se esté trasladando al sexo. Las personas que dedican poco espacio al placer y al goce en su vida cotidiana, puede que trasladen ese patrón a la intimidad sexual.
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