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 domingo, 05 de marzo de 2006  
Europa digiere mal la sobredosis de globalización

Daniel Busto

La reciente crisis del gas ruso puso al descubierto la inestabilidad del sistema energético europeo y llevó a acortar los plazos en promover energías alternativas y la seguridad del aprovisionamiento.

Las consolidaciones aceleradas del sector financiero y de la energía que debe enfrentar la época pospetróleo, con ingentes inversiones, avasalló a Bruselas, que responde con tibieza cuando debe enfrentarse al eje franco-alemán.

De una sola estocada ,la empresa pública Gaz de France (82% del Estado francés) absorbe a Suez, una compañía de servicios con 84% en Bolsa. Promovida por el gobierno francés de Villepin esta fusión-absorción abortó la OPA hostil que proyectaba la energética italiana Enel sobre Suez.

Del emblema del servicio público galo saldrá un gigante con un volumen de negocio equivalente a los 64.000 millones de euros como quinto productor de electricidad de Europa, controlante de la primera red de transporte y distribución de gas en esta región y líder en el sector de gas licuado.

Como consecuencia de la fusión, el nuevo grupo se convierte en el primer accionista de Agbar con más del 25%, creando uno de los líderes mundiales del agua y saneamiento, donde indirectamente el Estado francés toma una participación de algo más de 9%.

El grupo Agbar, presente en Europa, Asia y América, tiene en Argentina tres concesiones pero se quedará solo en Aguas Cordobesas.

Está operación, que tendrá una participación pública de control, es criticada desde muchos ángulos, empezando por los agentes sociales que intuyen la pérdida de puestos de trabajo como una futura privatización.

También por otros que miran el tema desde la la lógica financiera pero no industrial. Además, provocó la irritación de Italia, también abocada a la conservación de los campeones nacionales.

En tal circunstancia, Bruselas tendrá que acelerar el paso para realizar políticas que tiendan a fomentar la competencia en el mercado energético, impidiendo que cada compañía se consolide en su área respectiva de suministro y evite la competencia.

Porque sacar a relucir legislaciones siempre que se avecina un movimiento macro, como lo hizo recientemente España, no sólo apunta a proteger los consumidores finales, sino que impedirá en un futuro que las industrias electrointensivas encuentren la sinergia necesaria para insertarse competitivamente a nivel global provocando la deslocalización y perjudicando al conjunto de la economía.

La comisaria Neelie Kroes ha anunciado una próxima revisión de la normativa sobre el sector para evitar monopolios y prácticas anticompetitivas.

En tanto, la Comisión Europea y la Corte Europea de Justicia tienen la tarea de impulsar políticas que favorezcan la competencia de los estados miembros. El debate está planteado y dominará la Cumbre de los Veinticinco el 23 y 24 de marzo.

En todo este debate se cuela también la discusión sobre el futuro de Repsol, empresa codiciada por los grandes del petróleo a nivel mundial y, más reciente, en la mira del gigante chino CNOOC.
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