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domingo,
02 de
octubre de
2005 |
Para beber: Vinos patagónicos
Gabriela Gasparini
La bodega Familia Schroeder presentó sus vinos patagónicos en La Sociedad de Honorables Enófilos. Nadie mejor que Leonardo Puppato, el enólogo encargado de crearlos, para contar de qué trata este importante proyecto que tiene su enclave en San Patricio del Chañar, a poco más de cincuenta kilómetros de la ciudad de Neuquén.
-¿Cuándo nació este joven emprendimiento?
-En octubre de 2001 se encaró la plantación de ciento diez hectáreas de viñas, el 10 % de blancas, Chardonnay y Sauvignon Blanc, y el resto de tintas, Pinot Noir, Merlot, Malbec y Cabernet Sauvignon. La primer vendimia fue en el 2003, preparamos una bodega muy chiquita, una planta piloto como para hacer unas pruebas para ver qué es lo que daba la zona, y el resultado fue excelente. Entonces, se encaró la realización de una estructura grande con la decisión de elaborar vinos premium y súper premium. Mi idea era desarrollar algo partiendo del tema gravitacional, ya que la construcción se iba a hacer sobre el costado de un cerro. El trabajo en la barda no era difícil, sólo requería ir sacando tierra y haciendo los cortes, y así quedó enclavada en la ladera, con cinco niveles para los distintos pasos de la elaboración. En la parte superior hacemos la recepción de las uvas, y el despalillado con cintas de selección, se hace a mano.
En el segundo nivel tenemos la parte de prensado. En el tercero las fermentaciones de los tintos, en el cuarto sala de barricas, y en el quinto la conservación de botellas en estiba y en tanques de acero inoxidable. En el 2003, la excelente acidez natural de las blancas nos decidió a elaborar espumantes, que se hacen en el subsuelo, separados de la bodega porque los espumantes por el tema del azúcar tienen que estar un poco aislados. Y este año, sumamos un espumante dulce natural con una uva Torrontés del valle como para hacer algo distinto.
-Malbec y Cabernet son uvas que casi todos vinifican. Pero la Merlot que supo tener buena presencia, hoy parece la hermana pobre de las otras dos y varios dejaron de usarla cuando es partícipe indispensable en algunos de los mejores vinos del mundo; y con la Pinot Noir no son muchos los que consiguen un buen producto ¿por qué las eligieron?
-A la Pinot Noir la elegimos porque creíamos que la zona daba debido a los 20 de amplitud térmica, las noches frías y los días muy soleados, los vientos que hacen que el grano sea chiquito, con la piel gruesa, y con una maduración homogénea; todo eso nos dio la pauta de que podía ser la zona de la Pinot. En el caso de la Merlot, una variedad clásica del valle del Río Negro que era donde estaban todos los viñedos, por el ciclo de maduración que da una muy buena adaptación en la zona. El problema que presenta es que el vino Merlot es muy difícil de vender, tanto afuera como al consumidor argentino, cuando lo prueban les encanta pero cuando van a comer piden un Malbec o un Cabernet. Sin embargo es una cepa interesante.
Lo extraño es que cuando uno hace una degustación con Merlot la gente se queda enloquecida, pero después no lo pide. En el caso de los blancos, el Sauvignon Blanc creo que también nos va a marcar como zona, en la Argentina todos los enólogos queremos lograr un buen Pinot y un buen Sauvignon Blanc, son las dos cosas en las que estamos todavía en falta.
-Consiguieron un Pinot muy bueno y el Sauvignon se destaca debido a la fermentación en madera. Por qué no un Gewürztraminer, un Riesling...
-Los que han elaborado Gewürztraminer han conseguido vinos muy aromáticos, expresivos, pero en el momento de venderlos un Riesling en una vinería no rota, y en el resto del mundo se lo compran a Alemania; aunque se de bien, comercialmente es muy difícil. Esta es una zona para muchísimas variedades, también estamos plantado Syrah, pero en todos los casos es necesario crear las condiciones comerciales para seguir adelante.
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