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 domingo, 02 de octubre de 2005  
Antioxidantes: Aportes para la dieta

Hoy se promueven nuevos hábitos alimenticios basados en nuevas tablas nutricionales mientras los productos son enriquecidos con vitaminas y minerales antioxidantes. Los consumidores son más exigentes y cuidadosos, vigilan su dieta y controlan las propiedades de los productos que compran. Pero no siempre es posible seguir la dieta ideal al pie de la letra. Por eso, sólo en Argentina hay más de treinta fórmulas antioxidantes para complementar la alimentación. Y su consumo crece de manera sostenida.

Los radicales libres son moléculas producidas naturalmente por el organismo, necesarios para cumplir ciertas funciones biológicas pero, por sus características físico-químicas, tienden a destruir o modificar la estructura de otras células, generando a su vez más radicales libres.

El organismo se defiende de esta agresión a través de un sistema de defensa antioxidante y produce unas enzimas (como la catalasa o la dismutasa) que son las encargadas de neutralizarlos. Cuando los radicales libres superan en cantidad a las defensas antioxidantes se produce un desequilibrio denominado "estrés oxidativo" que puede generar procesos de degeneración celular como envejecimiento prematuro, e inducir al inicio de enfermedades derivadas de las alteraciones celulares: infartos, afecciones cerebrales, oculares, vasculares e, incluso, cáncer.


Alimentación diaria
Algunas sustancias antioxidantes son fabricadas por el propio cuerpo y otras pueden obtenerse a través de la alimentación diaria. Entre todas cubren las necesidades habituales de un organismo normal. Por eso, médicos y nutricionistas hoy insisten en las dietas balanceadas, con alimentos ricos en vitaminas y minerales antioxidantes.

u La vitamina C forma junto a la vitamina E y al beta-caroteno el trío de los grandes antioxidantes naturales. Es necesaria para producir colágeno, importante en el crecimiento y reparación de las células de los tejidos, encías, vasos, huesos y dientes; para la metabolización de las grasas y el fortalecimiento de las defensas de nuestro organismo. La contienen el coliflor, kiwi, limón, melón, naranja, pimiento verde, tomate y frutas frescas.

u La vitamina E mantiene la integridad de la membrana celular ante el ataque de los radicales libres. Alivia la fatiga, mejora la circulación y retarda el envejecimiento prematuro. También acelera la cicatrización de las quemaduras y ayuda a prevenir los calambres en las piernas. Es vital para el metabolismo del hígado, del tejido muscular liso y estriado y del miocardio; protege del deterioro a la glándula suprarrenal y es esencial en la formación de fibras colágenas y elásticas del tejido conjuntivo. La contienen: aceites vegetales, germen de trigo, pan integral, huevos, nueces, ciruela, espinaca, espárragos, manzana, moras, bananas, tomate y zanahoria.

u Beta caroteno (provitamina A) es la vitamina A que proviene de los vegetales, y uno de los principales antioxidantes que se encuentran en la naturaleza. Es necesaria para el desarrollo de los huesos, para mantener las células de las mucosas y de la piel y, en general, para el funcionamiento de todos los tejidos (visión, piel, cabello y uñas). Está en los lácteos, margarina, zanahorias, duraznos, vegetales verdes, melones, mangos y damascos.

u Zinc y selenio mejoran los mecanismos enzimáticos del organismo, actuando como barrera de defensa contra los radicales libres. El selenio actúa junto con la vitamina E, ayudando al metabolismo a luchar contra la acción de los radicales libres. Ayuda a mantener en buen estado las funciones hepáticas, cardíacas y reproductoras. Están en carnes, pescados, cereales integrales y productos lácteos.

u El zinc (carnes rojas, huevos, mariscos, legumbres, frutos secos, especialmente semillas de girasol) es vital para el crecimiento, regula el desarrollo sexual, la producción de insulina y las defensas naturales, además de los desarrollos epidérmico y capilar.


Después de los 30 años
Los complementos antioxidantes se recomiendan en adultos y ancianos de acuerdo a sus condiciones de salud, ya sea por envejecimiento prematuro, prevención, enfermedades crónicas o dietas limitadas. También se sugieren ante la detección de una falta de nutrientes y la imposibilidad de mantener una dieta adecuada.

Se indican generalmente después de los 30 años, teniendo en cuenta la edad de aparición de diversas enfermedades y los cambios metabólicos del organismo. Para que resulten eficaces, los rangos de dosis contemplan los requerimientos habituales de las sustancias en un individuo sano, la ingesta cotidiana de las mismas y las enfermedades involucradas. Por ejemplo para la vitamina C, el rango habitual entre dosis mínima y máxima es de 90 a 2.000 mg/día. Para la vitamina E, el rango oscila entre 15 a 1.000 mg diarios y para el selenio entre 5 y 400 mg diarios.

En nuestro país, su uso se ha extendido con el paso de los años. Actualmente alrededor de 30 laboratorios comercializan estos productos creando en el mercado una amplia variedad. El 75% del consumo de antioxidantes lo realizan las mujeres.

La experiencia en cuanto al uso de antioxidantes externos está muy extendida en la práctica médica y tiene que ver con los efectos beneficiosos que se observan. Una de las principales acciones de los antioxidantes tiene que ver con la modificación del colesterol malo (LDL), el encargado del inicio y desarrollo de la aterosclerosis. Los antioxidantes bloquean al colesterol malo, y de esa manera reducirían el riesgo de padecer enfermedades del corazón. También inciden beneficiosamente en el fortalecimiento de los huesos, la piel, las uñas, el pelo y el sistema inmunológico.

Los complementos antioxidantes son productos que tienen muy pocas contraindicaciones y tienen que ver, en su mayor parte, con casos de alergia a las vitaminas, con determinadas enfermedades metabólicas o con la interacción con otras sustancias ya que estos nutrientes, vitaminas y minerales suelen ser muy bien tolerados en la mayoría de los casos.
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