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sábado,
01 de
octubre de
2005 |
Una odisea por Africa hacia el "paraíso" europeo
Hubert Kahl
Madrid/Melilla. - Para el "salto al paraíso", Boubacar Baldé necesitó cuatro minutos. Ese fue el tiempo que este hombre de 24 años empleó junto con otros cientos de africanos para trepar las vallas en la frontera entre Marruecos y Melilla, enclave español en Africa. Ahora vive en la ciudad costera, en un campamento que el ejército español ha levantado para los inmigrantes en situación ilegal. Su cuello, brazos y piernas muestran aún los cortes y arañazos causados por el alambre de espino al pasar las vallas.
La valla fronteriza fue el último impedimento que tuvo que superar en un viaje desde Guinea-Bissau que duró 18 meses. Baldé se marchó en marzo de 2004 del país de Africa. "En mi país no ganaba dinero y no conseguía un buen trabajo", dice al periódico El País sobre su profesión de mecánico. Se dedicó entonces a comprar y revender zapatos, pero no ganaba dinero. Su odisea lo llevó a través de Senegal, Mali, Burkina Faso, Argelia y Marruecos.
Cruzó el Sahara a bordo de varios vehículos todo terreno en los que iban apretujadas hasta 30 personas. Desde la ciudad marroquí de Oujda, cercana a la frontera con Argelia, caminó 160 kilómetros hasta cerca de la frontera con Melilla. Y este camino tuvo que repetirlo seis veces, porque la policía marroquí lo detenía una y otra vez y lo llevaba de vuelta a Oujda. Ahora tiene esperanzas: "Si llego a Europa, puedo ganar dinero para mis padres, que no trabajan, para que se puedan comprar una buena casa y un coche pequeño".
Hay toda una serie de rutas por las que los africanos llegan hasta las vallas fronterizas Ceuta y Melilla, los dos enclaves españoles en el norte de Africa, con la esperanza de una mejor vida. Una de ellas atraviesa Mali y Argelia. Para llegar desde allí a Marruecos, los inmigrantes tienen que enrolar a un guía, que les cuesta 100 euros (unos 120 dólares) y que los hará pasar por la frontera, cerrada desde 1994.
Otra de las rutas pasa por Senegal y Mauritania. Una tercera va a parar al aeropuerto de Casablanca, donde los africanos llegan con visados de turista o estudiante. Ese fue el camino que eligió Antoine, de Kinshasa, República Democrática del Congo, que por ello no tuvo que atravesar el Sahara. Pero este hombre de 25 años sí tuvo que vivir durante diez meses con cientos de Africanos en un bosque junto a Ceuta. El jueves, el grupo decidió que había llegado el momento para un asalto masivo al territorio español. Al pasar la valla, el congoleño perdió varios dedos de las manos y los pies.
La ruta de los desesperados
Pero en Ceuta y Melilla no sólo existe una ruta de una dirección. La "ruta de los desesperados" tiene también una dirección contraria, "la ruta de los fracasados". Muchos africanos desisten en algún momento en su esperanza de lograr entrar en el "paraíso" europeo, ya sea porque los han logrado parar numerosas veces al entrar en España o porque han sido capturados por la policía marroquí. Estas personas vuelven a Argelia a pie, pagan remolcadores y mafias y deshacen el largo camino a través del Sahara.
Lo que cuentan los inmigrantes contradice la afirmación de políticos españoles de que Marruecos contempla sin hacer nada la masiva afluencia desde el oeste y el centro de Africa. Muchos africanos dicen que la policía marroquí los ha capturado muchas veces y que han recibido palizas de los agentes. Según la organización Médicos Sin Fronteras, los funcionarios marroquíes actúan violentamente y a diario en los bosques junto a Ceuta y Melilla.
De los 10.000 inmigrantes que la organización ha tratado desde 2003, unos 2.500 presentaban heridas causadas por la violencia, según un informe de la organización. (DPA)
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