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domingo,
28 de
agosto de
2005 |
Un fatídico año al mando
de la cárcel de Abu Ghraib
Charles J. Hanley
Nueva York.- Los prisioneros iraquíes podían quitar las puertas de sus celdas. Un prominente sargento pasaba sus noches matando ovejas con su ametralladora desde la torre de guardia. A los comandantes estadounidenses no les importaba comunicarle a los soldados que estarían en Irak meses más de lo que pensaban. La única mujer comandante general en la zona de guerra, la jefa de la prisión de Abu Ghraib, Janis Karpinski, escribió una memoria del fatídico año que pasó allí, un retrato franco del ejército estadounidense y sus problemas.
El libro One Woman's Army (El ejército de una mujer), publicado por Hyperion en EEUU, arroja pocas novedades sobre el escándalo de abusos en la prisión de Abu Ghraib, en el que Karpinski -una brigadier general de la reserva del ejército- fue la funcionaria de mayor rango sancionada. La sacaron del comando, reprendieron y degradaron a coronel.
Karpinski sostiene que no sabía que los detenidos eran torturados y humillados, ni los soldados alentados a tratar de manera cruel a los prisioneros, y que la convirtieron en un chivo expiatorio por su condición de mujer y reservista.
Expresa esa posición en su libro de 209 páginas y manifiesta que los hechos mostraron que los abusos se extendieron más allá de la brigada de la policía militar 800 y se extendieron a centros de detención estadounidenses en Afganistán y Guantánamo, en Cuba.
En sus relatos sobre el ejército en la guerra, recuerda como tomó el comando en junio de 2003. En pocas semanas, justo antes de que su unidad de la reserva regresara a EEUU, supo que el ejército había dispuesto que la brigada permaneciera en Irak otros seis meses. "Nadie me lo había manifestado", escribió. Su siguiente preocupación serían los esfuerzos por reconstruir las prisiones iraquíes para mantener encarcelados a miles de presuntos insurgentes iraquíes.
Un día, recuerda, los guardias iraquíes atemorizados huyeron de un calabozo de Bagdag, y cuando sus oficiales ingresaron encontraron a los prisioneros dando vueltas afuera de las celdas. Los presos habían sacado las puertas y caminado libremente. Por momentos también le molestaba el comportamiento de sus soldados. Cuenta de un sargento que "más como un animal salvaje que como un líder" subía a las torres de Abu Ghraid durante la noche "y descargaba una ametralladora de calibre 50 en cualquier oveja o perro que encontraba a su alcance". (AP)
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