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 domingo, 28 de agosto de 2005  
Entrevista. El filósofo estuvo en Rosario para hablar de política y subjetividad
León Rozitchner: "El individualismo sostiene la miseria social"

Isolda Baraldi / La Capital

"¿Qué nos pasó a los argentinos, cómo es que en el 2005 nos encontramos absolutamente despojados de todo? ¿Cómo llegamos a esta situación? ¿Qué carajo nos pasa que nos han despojado de la matria, más que de la patria, porque tiene que ver con el origen nuestro: la tierra misma?". Las preguntas salen con fuerza del filósofo y escritor León Rozitchner, y aunque esboza con contundencia respuestas, finalmente admite que no encuentra remedios o soluciones a corto plazo para una sociedad inmersa en la miseria y el individualismo. El intelectual, que estuvo en Rosario para disertar sobre la construcción política de la subjetividad, muestra signos de cansancio frente a la realidad sociopolítica argentina. Sin embargo, no se calla. Por el contrario, se encrispa, insulta y pregunta una y otra vez. Acaso a modo de despertador de alguna conciencia que encuentre en su largo camino de pensador.

Rozitchner recibió el premio Konex en 2004 y entre sus obras más destacadas se encuentran "Freud y los límites del individualismo", "Las Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia", "Perón, entre la sangre y el tiempo" y "La cosa y la cruz: cristianismo en torno a las confesiones de San Agustín". Nació en Chivilcoy (Buenos Aires), en 1924, estudió en la Sorbona de París (Francia), es profesor de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet.

-¿Por qué abordar ahora la problemática de la construcción política subjetiva?

-Porque uno, que ha vivido bastante tiempo y que ya no tiene 15 años, está frente a una degradación del carácter humano que llama la atención. Hay que preguntarse qué ha pasado para que estemos así. ¿Qué nos pasó a los argentinos que llegamos al 2005 absolutamente despojados de todo? ¿Cómo llegamos a esta degradación humana? No sólo en este país, sino en muchas otras partes del mundo. En Latinoamérica los únicos movimientos de resistencia contra la expropiación de la riqueza vienen de los países que tienen aborígenes, es decir una población o tribus de origen no europeo. Entonces, es para preguntarse qué pasa con los pueblos que llegaron de Europa, que son el resultado de un proceso de culturización europea. Hay que estudiar qué sucede con la política y con la economía, cómo inciden en la sociedad y, sobre todo, cómo la política y la economía reposan en una guerra. Tanto que generan una situación como el capitalismo, esto es la capacidad de comprar las cualidades humanas y convertirlas en mercancías y acumular de modo infinito las riquezas monetarias. Este proceso sería imposible de comprender sino es a través del cristianismo.

-Usted ha sido muy crítico respecto de la connivencia del cristianismo con las formas más salvajes del capitalismo. ¿Considera alguna posibilidad de salir de ese entramado?

-No lo sé, yo no tengo soluciones. Justamente no hay soluciones que un individuo pueda pensar en solitario. Son respuestas muy complejas que necesitan de una creación colectiva. Colectivamente no somos capaces de crear una fuerza de magnitud como para poder enfrentar esta disolución, esta dispersión de la subjetividad. Los individuos sólo fuimos preparados para el mercado, para enfrentarnos entre nosotros. Nos enfrentamos por dinero, pero tenemos que comprender que esta disolución, que esta forma de sociabilidad donde el otro queda excluido, es producto de un proceso que atravesó a la gente, a la población y dispersó las comunidades.

-¿Se infiere que esa es la historia del país?

-No, hay que tener presente que la sociedad argentina no siempre fue así. Aun con las dificultades que tuvo, hubo un momento antes del 76 -entre golpe militar y golpe militar- que hubo un desarrollo que creó otros lazos sociales, otras perspectivas. Luego vino el terror implacable a destruir la vida de 30 mil personas de la manera más horrible, y la incapacidad de la gente de resistir ese proceso. El terror vino a individualizar, a separar a la gente, y a convertirlos en ciudadanos privados, donde primó el "por algo será" y el "qué me importa". Todo eso fue producto de una decisión del poder imperial que utilizó tanto a la Iglesia como a los militares como mano de obra para realizar la faena. Creo que lo más pesado en la sociedad argentina es que simplemente se juzgó a los militares, que fueron los que apretaron el gatillo, torturaron y mataron. Pero eso no hubiera sido posible si no fuera porque fueron pagados, adiestrados y obligados por el poder económico y religioso. No olvidemos que la Iglesia ratificaba por los medios de comunicación la salvación del país por la sangre. La gente que hizo posible ese proceso no fue enjuiciada, entonces en última instancia son los militares los que aparecen como si todo hubiera sido solamente obra de ellos y los otros poderes que fueron cómplices y se apoderaron de todo, siguen igual.

-También hubo connivencia de muchos partidos políticos.

-Todos ellos fueron después desparramando y prolongando el terror para poder tener vigencia en la sociedad. No se comprende cómo pudo haber una figura tan miserable como la de (Carlos) Menem, esa repugnante figura votada dos veces por la población, si no se comprende que la gente de alguna manera acepta su propio destino de desaparición, de muerte. Porque fue aterrada previamente por los militares, lo que los llevó a refugiarse individualmente.

-¿Usted cree que la crisis de 2001 sacudió un poco esa situación?

-Sacudió a cierto sector, pero no creo que popularmente haya despertado mucho. Si bien en la ciudad de Buenos Aires y en algunas otras hubo una gran efervescencia en su momento, creo que también hubo después un proceso de volver a repetir las viejas figuras de antaño. Cuando las asambleas estaban por crear algo fueron copadas por las categorías de pensamiento y de política anteriores. No fueron capaces de hacer surgir desde allí una nueva comprensión de que las cosas ya iban por otro lado, que se necesitaba reunir las fuerzas de otra manera. Porque este tipo de lenguaje sonaba como la actualización de las categorías por las cuales los militares irrumpieron en la escena argentina, que era la zurda. Y nuestra sociedad parece que está vacunada contra la zurda, a instancias del terror.

-Pareciera que también hubo una incapacidad de plantear algo que supere esa situación...

-Y bueno, si a esto se une el peronismo, que fue el movimiento de acomodamiento histórico de las fuerzas populares al poder. Porque cuando aparece la figura de Perón, después de la II Guerra Mundial, se pensaba que había triunfado el comunismo por él (por Perón) cuando fue el encargado de contener ese proceso, de desviarlo, y repetir el estado de bienestar en todas partes. Por miedo al comunismo, cuando ese bienestar desapareció, esas mismas masas permanecen adheridas al peronismo, por la figura de Perón idealizada. Son las mismas masas que se prestan ya no a la "Argentina potencia", sino a la miseria, por lo cual yo creo que es muy difícil salir de esta situación.

-Esto también implica que miramos impávidos al 40 por ciento de la población excluida como algo más del paisaje cotidiano; sin pensar que un país con esa realidad nos arrastra a todos.

-Es peor todavía, porque tenemos el 60 por ciento de pobres. Justamente ese es el interrogante que tenemos: qué podemos esperar con una población con esta historia, con una intelectualidad como la actual, con estos políticos. Más allá de los movimientos de las Madres u otros que han puesto el énfasis en ciertos aspectos interesantes, eso no se expandió como hubiera sido posible de esperar en nuestra sociedad.

-Por ahora no se vislumbra un remedio al alcance de la mano.

-No, por ahora, remedio no hay.
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Para Rozitchner, las asambleas de 2001 fueron copadas por pensamientos anteriores.

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