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 domingo, 07 de agosto de 2005  
Le pesó el debut
Central no pudo mantener la ventaja ante Olimpo

La responsabilidad del debut le nubló la vista a Central. Por eso cortó la cinta del Apertura con un empate que golpea con la fuerza de una derrota camuflada. Que le abre un signo de interrogación a un equipo que después del gol de Andrés Díaz parecía tener las cosas más o menos claras, pero que no supo manejarse con la ventaja en sus manos.

Esta inestabilidad y perfil oscilante que gobernó el estreno canalla pueden adjudicarse a que se trata de un ciclo incipiente, que todavía busca su horizonte y calibra posibilidades. De otra manera no se entiende por qué el conjunto de Cuffaro Russo procesó la victoria parcial como un accidente. En vez de darle tranquilidad y confianza, dejó que Olimpo se animara a discutirle el desarrollo. Y se sabe que este tipo de partidos representan una oportunidad para los que juegan aisladamente. Los bahienses hicieron de la espera su principal argumento, redoblaron las marcas sobre el portador de la pelota y especularon con el error ajeno.

Así llegó esa jugada desafortunada en la que Ojeda salió a buscar la pelota muy lejos y le permitió a Maggiolo meter la cabeza, luego de un centro de compromiso de Martínez. A partir de ese momento, Central no encontró la manera de hacerle frente a esa contingencia que le proponía el juego. Esa pareja explosiva que confabulan la impaciencia con la desesperación se convirtió en la guía canalla.

Poco importó, entonces, que el ingreso de Román Díaz por el intrascendente Medina le lavara la cara al opaco primer tiempo que cumplió el equipo de Cuffaro. Es que, a excepción de los veinte minutos iniciales del complemento, Central siempre equivocó sistemáticamente los caminos para desarticular a la ordenada defensa de Olimpo. Cada ataque canalla terminaba en la cabeza de los mastodontes Laspada y Páez. No había inspiración en los pies de Nico Medina ni en el traslado de Andrés Díaz. El proyecto de equipo se veía seriamente comprometido en su zona medular: el mediocampo.

Para colmo, Papa y Calgaro ejercían esos dominios que no garantizan nada. Porque no se decantaban trajinando por los costados y el nexo entre los volantes y delanteros lucía despersonalizado y con poca elaboración.

Si Cuffaro buscó despertar al equipo en el entretiempo, lo consiguió. Porque el ingreso de Román Díaz coincidió con el mejor momento de Central. En ese lapso llegó el desborde de Puflo Alemanno por izquierda, tiró el centro rasante para la entrada de Villa, pero el delantero, alertado por su compañero, vio que Andrés Díaz llegaba por atrás como una tromba. El derechazo del volante se clavó junto al palo derecho de Roa. Fue el único instante en que Central amenazó con darle forma al estreno esperado. Todo lo que produjo después lo apartó considerablemente de ese camino. Es que estaba obligado a escribir el primer renglón del Apertura con las letras del triunfo, pero se retiró de la clase con el previsible abatimiento que invade a un equipo que se sabe superior, pero no consigue demostrarlo.
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Villa intenta quedare con el balón ante la marca de Wagner.

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