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domingo,
03 de
julio de
2005 |
Juego de contrastes
El contraste entre Moscú y San Petersburgo es evidente. La primera es y será la capital de todas las Rusias, "la madre". Recorrerla es leer su historia en edificios, lugares y monumentos.
La Rusia tradicional se manifiesta en las distintas catedrales, con sus cúpulas características y sus interiores iluminados por íconos deslumbrantes que hablaban de la religión del pueblo ruso.
El Kremlin, fortaleza que aúna catedrales, palacios, la Armería hoy destinada a museos de joyas, es junto con la Plaza Roja el conjunto más famoso. La Plaza, lugar de reunión desde siempre y hasta hace poco de las multitudinarias concentraciones del Soviet, tiene como hitos la catedral de San Basilio y toda su policromía y el mausoleo de Lenin, otrora visita obligatoria.
Pero esa arquitectura suntuosa convive con los modernos rascacielos stalinnistas, que también tienen su imponente presencia urbana. El soviet de Stalin quiso una arquitectura que impacta y en lo decorativo implementó estaciones de metro únicas en el mundo.
San Petersburgo nació de la voluntad del zar Pedro el Grande y fue capital imperial desde 1705 a 1917. Es una ciudad trazada con perspectivas arquitectónicas, suntuosos edificios, pero no "a la rusa". Pedro quiso occidentalizar a su pueblo.
Al principio fue obra de italianos o franceses hasta que los arquitectos locales asimilaron la lección occidental. Edificada sobre pantanos, parece un milagro. Las catedrales y palacios asimilan estilos barrocos o neoclásicos. La excepción es la iglesia de la Santa Sangre derramada que a fines del siglo XIX copia la arquitectura moscovita tradicional y sus maravillosos ladrillos esmaltados.
Las avenidas de San Petersburgo se mezclan con canales. Un paseo en barco es obligatorio así como visitar el museo del Hermitage, con su colección única.
También en Moscú es un deleite la Galería Trekiakov y los espectáculos.
Lo mejor es hacer los recorridos caminando. En San Petersburgo se puede. Moscú, es enorme.
Julio Cacciatore. Arquitecto, participó de una charla organizada por Aiello y Carbonari
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