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domingo,
03 de
julio de
2005 |
"Unir el museo con
los investigadores"
Carina Frid, la última directora del Marc, renunció a su cargo "porque no se valorizó el concurso"
Carina Frid es profesora e investigadora con sede en la Universidad Nacional de Rosario. En 2003 ganó por concurso la dirección del Museo Histórico Julio Marc. Debía continuar en funciones hasta el año próximo, pero en marzo presentó su renuncia.
-¿Qué balance hace de su gestión?
-A mediados del 2003 el museo atravesaba otra de las etapas críticas que ha tenido. En eso sigue una tradición de todos los museos de historia en la Argentina, esto es, la pérdida de la intervención del Estado en los últimos treinta años. Esto quiere decir escasísima inversión en infraestructura y siempre para apagar un incendio. Apenas asumí comenzaron a hacerse algunas reparaciones demoradas, que se habían gestionado durante la dirección anterior y que tenían que haberse realizado un año antes. El Estado provincial puso el dinero y se hizo una determinada obra, con la que se alcanzaron a cubrir las necesidades edilicias urgentes. Esa mejora se vio potenciada por el proyecto de traer la muestra de Ramón Gómez de la Serna, ofrecida por el gobierno español. Como contraparte se le pedía a la provincia que mejorara algunas condiciones para alojar obra internacional, las mismas que tienen los museos europeos, entre ellas, la climatización, el control de temperatura y humedad. Esto fue muy bueno, porque se climatizó un 35 por ciento del museo, allí donde se alojó la obra más importante que trajo España, además de habernos beneficiado con recursos expositivos e iluminación que quedaron para el museo. Sumaría, dentro de mi gestión, que el Museo haya ganado por concurso nacional un subsidio de 100 mil pesos de la Fundación Antorchas, con lo cual pudimos iluminar la sala central y para dar continuidad a la política de conservación, acondicionando un espacio para un segundo depósito. Hicimos un trabajo de limpieza y abrimos cinco de las siete salas que estaban cerradas. Al mismo tiempo con la ayuda de la provincia y de un subsidio otorgado en el 2003 por el Fondo Nacional de las Artes, fue posible armar una sala donde se mostraba lo que tiene el museo de pintura colonial, que nunca se había mostrado didácticamente, explicando qué es y cuáles son los atributos de la pintura colonial, el por qué de la colección, cómo podía jugar con otros objetos del museo. Eso implicaba una investigación a fondo. Hay que estudiar las colecciones: éste, que es el segundo museo de historia en importancia en la Argentina, necesita tener apuntalado el eje de la investigación en historia.
-¿Con qué presupuesto contó?
-El museo recibe por mes una suma exigua y lo que cada trimestre se le da a todas las instituciones de Cultura de la provincia, una suma que es casi igual en todas las instituciones, que tiene que ver con la distribución de un fondo aplicado a cultura y que alcanza para las cuestiones básicas. Por eso me parecía interesante impulsar la reubicación del museo en el mapa cultural de la ciudad, porque en la medida que se potenciara el público iba a haber más recursos.
-¿El museo tiene los especialistas que necesita?
-Muchos se fueron. En los últimos quince años se han perdido muchos recursos humanos. Y lo peor que le puede pasar a un museo de historia es que no tenga investigación sistemática. El museo tiene investigadores muy buenos, pero no son suficientes. En mi gestión se dio comienzo a un programa de investigación, que nos llevó a hacer la muestra que acompañó a la exposición de Gómez de la Serna durante el Congreso de la Lengua, pero la discontinuidad nos dejó huérfanos. El museo necesita reforzar también el número de conservadores, museólogos, etcétera. Tiene recursos humanos valiosos en ese área pero no existe un organigrama que reconozca la capacitación que los especialistas vienen realizando. Pero sobre todo necesita investigadores, porque sin investigación no se puede armar un discurso. Es necesaria la unión del museo con los investigadores de la Universidad.
-¿Por qué renunció?
-Porque no fue valorizado el concurso. Ese fue el motivo. El del director del museo no es un cargo político. De ninguna manera me hubiera presentado si me hubieran dicho que era un cargo político. Tuve en cuenta durante mi gestión las observaciones que hicieron los miembros del jurado del concurso sobre el museo y confiaron en que era necesario acudir a un perfil que conjugara lo académico con una gestión orientada a activar redes institucionales nacionales e internacionales. Ese fue mi parámetro.
-¿Cuál es el problema más grave que enfrenta el museo?
-Este museo no está alejado de lo que es la media en los museos históricos en la Argentina, que es la falta de acompañamiento entre el discurso del museo y cuarenta años de investigación que vienen llevando a cabo una renovación total en la historia. Durante mi gestión intenté compatibilizar esos términos. El Estado, a través de la Universidad y del Conicet, da recursos para investigar y los investigadores realizan una producción equis. Eso tiene que estar en el museo. Pero no está. Y ese es uno de los problemas mayores. El Museo Histórico no puede seguir repitiendo arbitrariamente la vieja historiografía. Quienes se oponen a esa actualización, desde algunos estamentos periféricos al museo o desde algunas estructuras, lo que hacen es dar continuidad a una historia muy conservadora y poco atenta a lo que se hace en investigación. Se pueden decir muchas cosas sobre la etapa tardo-colonial, sobre Belgrano, San Martín, y ni que hablar sobre el siglo XX, el gran ausente del guión.
O. A.
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Contenidos. "El Museo no puede seguir repitiendo la vieja historiografía", advierte Frid.
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