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domingo,
03 de
julio de
2005 |
¿Te acordás, Lio?
Mariano Bereznicki / Ovación
Calles cortas y angostas. Casas bajas y silenciosas. El barrio parece aún no haber despertado a pesar del radiante sol del mediodía. En medio del silencio sepulcral, asoma entre un portón de rejas curtido por el tiempo su delgada figura Cintia Arellano, quien se crió prácticamente a la par de Lionel Messi hasta que el hábil jugador tuvo que emigrar hacia el Viejo Continente hace unos años para recalar en Barcelona. "Sí, nos conocemos desde muy chiquitos porque nuestras madres son muy amigas. Es más, fuimos a jardín y a la primaria juntos en la escuela Nº 66 Las Heras. Después, cuando comenzó la etapa del secundario nos separamos un poquito porque empecé en otro colegio y él se tuvo que ir a España. Pero igual seguimos en contacto", dice con la voz entrecortada y recorriendo con su juvenil mirada cada rincón de su hogar, en la zona sur.
"Es que estoy sorprendida. Es raro que esté hablando de Lionel para el diario", deja escapar como consecuencia de su inocencia Cintia. Y agrega: "Para mi está igual que siempre, muy tímido. Pero lo que me parece raro, es que ahora habla más que antes. En ese sentido le costaba un montón comunicarse. Decía casi todo con señas. Es muy sumiso".
-¿Creés que ese cambio se dio porque está siendo muy conocido?
-Sí, puede ser por eso. Pero también porque creció, en ese sentido está más maduro.
-Qué pasó cuando se tuvo que ir a Barcelona, ¿en qué pensaste?
-Me puse re mal. Recuerdo que la noche previa a su viaje vino a saludarme y nos abrazamos fuerte y lloramos los dos. Además, nos decíamos que siempre seríamos amigos a pesar de la distancia. Lo mismo pasó a la mañana, cuando lo fui a despedir a su casa.
-¿Cómo vivís a la distancia todo lo que está viviendo él en este último tiempo?
-Me encanta que llegue a ser tan importante porque sé que el fútbol es todo para él. Fue a triunfar a España. Dejó muchas cosas acá y ahora está recogiendo todo lo que sembró. La verdad es que todavía no caigo todo lo que está sucediendo porque para mi sigue siendo el Lionel que conocí desde muy chica.
-Está claro que lo aprecias mucho porque tenés una carpeta con los recortes.
-Sí, es así. Cuando juega todos estamos pendiente y queremos que le vaya bien. Y al otro día compramos el diario y recortamos todo lo que salga de él.
-¿Siempre estuvo con una pelota?
-Sí, ni hablar. Iba a jugar con sus hermanos o chicos más grandes, además él era muy chiquito, le pegaban pero se levantaba enseguida y seguía como si nada le hubiera pasado. Siempre se destacó del resto.
-¿Qué representa para vos ahora que está en la selección?
-Es como te dije recién, no caigo todavía que se trate de Lionel. Me gusta que todo le esté saliendo bien. Pero para mi se trata de un amigo. Además, me parece que él tampoco tomó la verdadera dimensión de lo que está viviendo.
-¿De qué hablan cuando se reúnen? ¿Con vos también habla de fútbol?
-Hablamos de su vida y todo eso. Además, él está mucho tiempo con su familia porque es muy tímido y prefiere estar en su casa. En ese sentido no cambió.
-¿Cómo vivís los partidos?
-Me pongo muy nerviosa. No los puedo ver. Es un amigo y no me gustan cuando le pegan y esas cosas.
-¿No tenés miedo que por ahí el fútbol lo haga marear y cambie?
-No creo que le suceda eso. Si sigue creciendo en lo deportivo, seguirá siendo el mismo de siempre porque lo demuestra constantemente porque es muy sencillo, humilde y tímido. Ese es el auténtico Lionel que todos conocemos.
La charla va llegando a su curso final. Una carpeta cargada de recortes periodísticos y fotografías con la imagen de Lionel dominan la escena. La atención se centra en Messi. "Quién diría que llegaría a tanto", dice Cintia con su mirada perdida en el tiempo y dejando escapar una pequeña sonrisa. Tal vez, como recordando las clases en el jardín o los recreos en la primaria. O quizás los momentos vividos. Esos que quedan archivados en lo más profundo y que perduran para toda la vida.
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Fotos
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Lionel junto a sus compañeros en la escuela primaria.
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