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 miércoles, 09 de marzo de 2005  
El deporte y la recreación reducen el consumo de tóxicos

María Laura Favarel / La Capital

El creciente aumento del consumo de alcohol, tabaco y drogas entre adolescentes y jóvenes pone en situación de alerta a los médicos y los insta a la búsqueda de posibles soluciones para un mal que amenaza con extenderse cada vez más. En esa dirección un grupo de estudiantes del último año de la carrera de Medicina coordinados por la doctora Velia Peralta y el doctor Alberto Simioni, analizó cómo utilizan el tiempo libre los adolescentes entre 12 y 20 años. También evaluaron el consumo de sustancias tóxicas en este grupo etario. En todos los casos los jóvenes consultados concurren a establecimientos educativos. Los investigadores admiten que los resultados son alarmantes, sobre todo teniendo en cuenta que la población estudiada está más contenida que otras que carece de escolarización.

El relevamiento efectuado en el 2000 (lo repetirán este año) define como tiempo libre aquellas horas que no están ligadas a ningún beneficio económico o consagradas al sueño, generalmente ubicadas después del trabajo o del estudio, los fines de semana y las vacaciones.

Para la investigación una buena utilización del tiempo libre implica la práctica de deportes y de actividades recreativas como lecturas, música y arte, que les permita sentirse útiles, queridos e incluidos socialmente, lo que fortalece la autoestima y forja la personalidad. En el país existen interesantes ejemplos de rescate de adictos a través de murgas barriales o coros.


¿Qué hacen los adolescentes?
Según el estudio, que entrevistó a 537 personas, las actividades preferidas de los jóvenes durante el tiempo libre son mirar televisión (el 94% se sienta frente a la pantalla chica con un promedio de cuatro horas diarias) y hacer deporte (61%). El 49,3% aprende idiomas y computación; el 22% se reúne con amigos; el 15% escucha música; el 10,9% lee; el 8,4% pasea; el 8,4% ayuda en labores; el 7,2% realiza manualidades; el 6,6% se dedica a tareas artísticas y el mismo porcentaje acude a los videojuegos.

El doctor Alberto Simioni, coordinador del estudio y hasta hace un año jefe de consultorios externos del Vilela comentó a La Capital que "es preocupante la cantidad de tiempo que los adolescentes transcurren frente a una pantalla de computadora, con acceso a Internet y sin ningún adulto que los controle. Antes se indagaba cuántas horas pasaban frente al televisor, pero hoy lo que más preocupa son las horas frente a una PC", aclaró el médico. Dado el incremento de este fenómeno, los investigadores planean actualizar los datos del estudio incorporando esta realidad. "Nos interesa estudiar la conexión virtual con el otro y la falta de comunicación cara a cara. Esto tiene que ver con cuánto los jóvenes esconden la autoestima a través de una comunicación anónima", dijo.

Al respecto el especialista explicó que cuando una persona tiene baja autoestima y le resulta difícil encontrarse con otros personalmente, miente a través de un "nick" en una conversación virtual. Esto complejiza las relaciones humanas y también el desarrollo personal, sobre todo en aquellos que están construyendo su personalidad.


Deporte y consumo
El estudio demostró con claridad que cuanto más deporte realizan los jóvenes menor es el consumo de sustancias nocivas. Del grupo estudiado, el 61% lo practica; el 50,9% lo hace en forma colectiva y el 34% individualmente. Las actividades deportivas, además de colaborar con el desarrollo físico y alejar a los niños de las drogas, favorece la creación de grupos de pertenencia y de nuevos amigos.

Pero no todo son éxitos en el campo de juego. La doctora Peralta, a cargo de la extensión de la cátedra de pediatría de la Facultad de Ciencias Médicas con sede en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela, alertó sobre las prácticas deportivas debido a que se ha generalizado la competencia a gran escala. "No es bueno que los niños en edad pediátrica sean sometidos a una alta exigencia física porque están en etapa de crecimiento", dijo. Por este motivo muchos clubes marginan a aquellos que no practican deportes de alto rendimiento. "Los clubes dejaron de cumplir un importante rol de socialización en los barrios", se lamentó Simioni, quien resaltó la importancia de que los adolescentes generen otros grupos de referencia además de la familia y la escuela.


Influencia de los amigos
El estudio también evaluó la influencia de los amigos durante la adolescencia. Los resultados demostraron que son mayores las chances de que un adolescente consuma sustancias cuando sus pares lo hacen y que es difícil que puedan negarse cuando los amigos consumen. "Esto está relacionado con la baja autoestima", explicaron los médicos.

Frente a esta influencia Simioni comentó que también hay adolescentes "resilientes", que no caen en el consumo aunque lo hagan sus padres y sus amigos. "Se trata de jóvenes que a pesar del ambiente adverso se fortalecen y resisten las presiones. En ocasiones hasta se convierte en un facilitador y repicador de estilos de vida saludable", agregó.

Para lograr esa resiliencia Simioni recomendó favorecer los factores protectores con una buena familia, una buena educación y alimentación adecuada. "Pero esto no es lo único -aclara Simioni-. Los médicos deberían reforzar en el joven paciente los factores positivos para que puedan resistir a un ambiente hostil, y por el otro lado inculcarles valores positivos".


Propuesta concreta
A partir del estudio los profesionales aconsejan a los colegas que consulten a los adolescentes qué hacen en el tiempo libre y que esto figure en la historia clínica. "A veces puede pasar que el joven pase su tiempo de ocio en la cama, sin hacer nada. Esto puede ser un factor de riesgo para otras situaciones como el consumo de tabaco u otras sustancias, o puede estar escondiendo otras psicopatologías como la depresión o trastornos alimentarios", dijo.

Al participar de este trabajo de campo los alumnos del último año de la carrera de Medicina toman contacto con la realidad más próxima, más allá de lo que tratan los libros.

Los investigadores aclararon que los resultados de este estudio no pueden ser extrapolados a todos los jóvenes y adolescentes porque el sector estudiado es acotado. Además del trabajo de campo los estudiantes diseñaron campañas educativas para las salas de espera y escuelas.
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Las actividades recreativas permiten que los jóvenes se sientan útiles.

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