| domingo, 06 de febrero de 2005 | Diseño y energía La modernidad ha definido durante muchos años el bienestar relacionado con lo utilitario y lo económico. Sin embargo, hoy vemos el nacimiento de una nueva exigencia de bienestar que no es sólo material. A partir de esta necesidad tendremos que redefinir nuestra casa que es el lugar natural y necesario de recarga para el cuerpo y el espíritu. Sin embargo podemos ver casas muy bien proyectadas y construidas que transmiten un sentido de inquietud y frialdad, una desarmonía general, síntoma de una mala circulación energética. En estos casos deben estimarse factores externos que pudieran ser la causa de esa desarmonía como fuertes ruidos, calles de intenso tráfico, presencia de actividad contaminante, u otros, mientras que el interior lo analizaremos en términos también sensoriales y emocionales: armonía en términos de relación de los espacios (volumen, altura) orientación, distribución de la luz natural, formas y colores.
Según el Feng Shui, la casa perfecta no existe porque está en relación con quien la ocupa. En primer lugar cada persona tiene una individualidad precisa y por consiguiente una configuración de hogar particular; en segundo término el hombre moderno se caracteriza por su movimiento lo que genera una relación con su casa muy dinámica, y con una búsqueda de diversas formas de bienestar.
Esta sensación de movimiento interno es la motivación inconsciente de cada demanda de reestructuración que se realiza en el hogar. Cuando sucede por causas familiares (el nacimiento de un niño, un luto, un traslado, una promoción social) en el cambio está implícito cambiar la tercera piel. Nuestra concepción occidental de casa bella está totalmente disociada de quien la ocupa, y la tratamos casi como una obra de arte.
¿Ahora bien, la arquitectura puede ser simplemente la expresión del artista como un cuadro o una poesía? ¿Bastaría entonces para una construcción la sola técnica, funcional y estética?
El estudio de las ondas magnéticas, los campos energéticos individuales y sus interacciones, la conexión entre materia y energía fueron descubiertos hace poco tiempo por el mundo occidental pero debemos tener en cuenta los ensayos hechos hace algunos miles de años aunque más no sea a nivel intuitivo.
Abriendo las concepciones culturales y científicas a los nuevos descubrimientos de la física moderna podremos recuperar un conocimiento global holístico: una especie de arquitectura alternativa o bioarquitectura que no sólo dirija la construcción a lo técnico, funcional y estético sino a la atención y cuidado de los tres cuerpos energéticos del hombre: físico, mental y espiritual. Entonces podremos construir casas en comunión con la tierra y con el cielo.
Antonio E. Longo
Arquitecto
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