| miércoles, 29 de septiembre de 2004 | Editorial: Tragedia que da el alerta Se equivocarán quienes supongan que el drama ocurrido ayer en una escuela del partido de Carmen de Patagones, al sur de la provincia de Buenos Aires, puede ser visto como un hecho excepcional y aislado. El adolescente que mató a tres compañeros de primer año del polimodal e hirió a otros cinco con la pistola nueve milímetros de su padre, un suboficial de la Prefectura Naval, sin dudas representa una realidad extrema, pero al mismo tiempo debe ser visto como un emergente de un país que ha descuidado gran parte de los fundamentos que en el pasado cimentaron su grandeza.
Los detalles de la tragedia acontecida en la Escuela de Enseñanza Media Islas Malvinas literalmente espeluznan. Pero aunque la proximidad de los hechos impida profundizar en grado suficiente el análisis, basta con leer los testimonios de docentes y expertos recogidos por este diario para comprender que la puesta en escena de la violencia más irracional y cruel dentro de un aula escolar es una contingencia que no puede descartarse para el futuro en la Argentina.
Chicos que van al colegio mal alimentados, que aseguran que "no les importan las notas" o que escriben en la hoja de una prueba escrita que no estudiaron porque "no tuvieron ganas" dan una pauta precisa de la dimensión del problema. Por medio de esa herramienta fundamental que es la palabra, y asumiendo un desafío ciclópeo que incluye riesgos físicos, los maestros consiguen que la violencia permanezca fuera de las aulas. Pero la realidad exterior -ese paisaje de familias disgregadas, drogadicción y desempleo-, más una cultura que exalta la acción física y el individualismo consumista, no otorga sino frutos nefastos. Y a ello debe agregársele la creciente presencia de armas de fuego en los hogares. De tal manera, las causas encuentran sin dificultad la peor de las consecuencias posibles.
Ayer el dolor sin límites se desencadenó en Carmen de Patagones. Y más allá de las peculiaridades intransferibles de este caso, que se hunden en lo patológico, habrá que tomar conciencia de que en estas condiciones lo más probable es que la violencia en las aulas no sólo no disminuya, sino que se incremente. Aceptar la realidad es el primer paso para modificarla: el alerta ya fue dado. Corresponde escucharlo y obrar con la celeridad que las graves circunstancias reclaman. El Estado, ahora, tiene la palabra. enviar nota por e-mail | | |