| miércoles, 29 de septiembre de 2004 | Nace el fisiólogo y humanista español Miguel Servet Guillermo Zinny / La Capital Miguel Servet, quien expuso por primera vez la teoría de la circulación de la sangre, nació el 29 de septiembre de 1511 en Villanueva de Sigena, España, en el seno de una familia religiosa. Estudió leyes en Francia, y en Basilea y Estrasburgo conoció a los líderes reformistas Ecolampadio -quien elaboró el primer catecismo alemán-, Martín Butzer y Gaspar von Schwenckfeld, cuyas ideas influyeron en su pensamiento sobre las Sagradas Escrituras que publicó en "De Trinitatis erroribus libri VII" (1531) y en "Dialogorum de Trinitate libri II" (1532), donde expuso sus convicciones sobre la falsedad del dogma de la trinidad y que le ganó la enemistad tanto de católicos como de protestantes. Servet cambió entonces su nombre por el de Villanueva y fue a Lyon, donde se encargó de la traducción y publicación de trabajos científicos. También trabó amistad con el botánico Leonardo Fuchs, bajo cuya dirección se inició en los campos de la botánica, la medicina y la fisiología. En 1538 ingresó a la Universidad de París para estudiar medicina, y allí trabajó en disecciones de cadáveres humanos y se convirtió, al igual que el importantísimo médico y anatomista Andrea Vesalio, en asistente del profesor de medicina Juan Guinter. La preparación teórica de Servet, pero sobre todo sus estudios anatómicos directos, lo llevaron a poner en duda la autoridad de Aristóteles y de Galeno, y sus peculiares ideas le provocaron una seria oposición en la facultad de medicina. Sin embargo logró obtener el título y salir libre de las acusaciones de herejía que se le formularon. Llegó a ser el médico del arzobispo de Vienne, en Francia, y allí, bajo el formato de una exposición teológica, explicó su teoría acerca de la circulación de la sangre por la que se lo reconoce actualmente. Escribió en secreto su obra "Christianismi Restitutio", donde sostuvo que la Iglesia debía separarse del Estado y cuyo manuscrito envió a Calvino. Pero éste, también enfrentado con las ideas de Servet, se lo hizo llegar a su vez a las autoridades católicas de Vienne, las que lo juzgaron como hereje. Aunque en esta ocasión logró huir, fue nuevamente apresado en Ginebra, juzgado y quemado vivo el 27 de octubre de 1553.
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