| miércoles, 29 de septiembre de 2004 | cartas Manos a la obra ¡ya! Los prejubilados simplemente piden que el gobierno deje de desentenderse de la situación que atraviesan mujeres y hombres, que tienen toda una vida dedicada al trabajo y que hoy se encuentran desocupados y sin posibilidades efectivas de lograr un empleo. Hay que modificar ya la actual ley previsional y rescatarlos de las filas de los ignorados. Si el gobierno tiene capacidad, decisión y eficacia para reinsertarlos en el mercado laboral, que lo haga ahora mismo. Es su deber hacerlo y darle solución a un problema, que no admite más dilaciones. Quienes tienen la obligación de legislar, hacer justicia y ejecutar deberán responsablemente dictar normas y leyes justas, con sensibilidad solidaria y absoluto respeto hacia las personas que van dirigidas. Esas nuevas reglas deben contemplar el encuadramiento y la integración universal de mujeres y hombres, que permita rescatarlos del cepo que constituye la inflexibilidad del mercado laboral y los límites del actual sistema previsional. El gobierno quiere un país en serio. Aquí le ofrecemos la oportunidad de demostrarlo. Hasta tanto se pueda disponer de una ley previsional justa, con severidad universal, el Estado debe ordenar inmediatamente con sana razón y generosidad un decreto de emergencia que socorra a tantas personas y familias que integran la clase de los excluidos, que desean con estricta y escrupulosa observancia de las leyes morales ser incorporados con dignidad a la sociedad.
DNI 6.040.333
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