Año CXXXVII Nº 48511
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
Opinión
El Mundo
Escenario
La Región
Policiales
Cartas de lectores
Agenda argentina


suplementos
Ovación
Salud
Autos


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 12/09
Mujer 12/09
Economía 12/09
Señales 12/09
Educación 11/09
Campo 11/09


contacto

servicios

Institucional

 miércoles, 15 de septiembre de 2004

El legado de un valor ético inconmensurable

Gustavo Conti / La Capital

A Bielsa no hay por qué no creerle. No hay rendija por donde se filtre la duda. Si él dice que se va porque sería indecente quedarse en el cargo sin la energía necesaria, hay que aceptarlo y no buscar segundas intenciones.

El ex técnico de la selección nacional debe ser una de las pocas personas sometidas al dominio público que no da lugar a la sospecha. Se puede no coincidir con su estilo de juego, con su forma de relacionarse, pero jamás se le puede criticar la ética con la que siempre se manejó, muy a pesar de cierto sector de la prensa que hoy debe estar regodeándose en sus miserias porque simplemente Bielsa jamás les permitió privilegios como sus antecesores.

Eso vale, claro que sí. Muchísimo. En un mundo donde no sobran ejemplos de este tipo, que alguien que ostenta un puesto tan importante se maneje con tales criterios de honestidad merece el elogio. No corre ni siquiera aquí endilgarle el mote del honesto inútil, porque Bielsa fue siempre el primer trabajador, preferiblemente obsesivo antes que displicente, y ni hasta los pregoneros del éxito como valor supremo pueden endosarle que no haya ganado nada. De hecho, cuando llegó al cargo que ayer dejó, lo hizo por el mérito de sus trabajos previos y no por amiguismos, y más veces que pocas el público aprobó el juego de su equipo, como en todas las eliminatorias anteriores, como en la última Copa América y ni que hablar con los Juegos Olímpicos.

Se aflojó después del oro en Atenas, es cierto, después de revertir con convencimiento y mucho esfuerzo el disgusto popular tras el Mundial de Corea y Japón. Seguro que siente que se va mucho mejor que si lo hubiera hecho después de allí. En todo caso, fue valiente para dar la cara en ese momento, para asumir el costo y no variar ese camino ético que trazó desde el vamos. No intentó congraciarse con nadie para salvarse, intentó reivindicarse en lo deportivo con la suya y hoy se puede decir que lo logró.

No se trata de ser más bielsista que Bielsa. Quien escribe muchas veces se disgustó por cierto empecinamiento con jugadores y por no apartarse jamás de un esquema, por su rígida postura en un festejo, por no mirar a los ojos en las conferencias de prensa (algo que revirtió), pero quien no tenga pecado que tire la primera piedra.

En el legado de Marcelo Bielsa hay que decir que, desde lo deportivo, dejó un equipo que, guste o no, se sabe a qué juega y eso es fundamental para tener pretensiones, con jugadores que no se discuten más allá de que siempre falte alguno, y con un panorama muy tranquilo para el técnico que venga. Y lejos de demagogias y sometimientos, desde lo humano dejó un sello de decencia indeleble, en el decir y el obrar, que siempre hay que exigir y dar. Y por eso merece el mayor de los elogios.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto


Notas Relacionadas
Bielsa se fue de la seleccción


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados