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 miércoles, 15 de septiembre de 2004

Bielsa volvió a ser feliz, qué duda cabe

Miguel Pisano / La Capital

Bielsa está feliz. Qué duda cabe. Si bastaba ver anoche su inusual sonrisa ancha que regaló durante la conferencia de prensa ofrecida como ex técnico de la selección nacional. En realidad, hubo un Bielsa con su inocultable cara de estudiante antes de rendir un examen a lo largo de la mayoría de sus apariciones públicas del ciclo de seis años. Y ayer hubo otro muy distinto, con la distancia que mostraría el mismo alumno después de aprobar la materia.

Todavía parecen ayer los lejanos días del Mundial 78, cuando Bielsa comenzaba a despuntar su tic por las canchitas de papel por la redacción del viejo diario El País en la Noticia y pregonaba su incipiente fe menottista, con un slogan casi de campaña, según el cual "lo más importante del fútbol es el jugador".

Luego llegaría su esperado debut en la primera de su querido Newell's, cuando visitó por primera vez la vieja redacción de La Capital con el profesor Castelli y hablaba sólo de fútbol con su fruición natural, sentado en unos viejos sillones de cuero marrón. Sólo volvió tres veces al diario, un par a posar para las fotos de los planteles campeones, y la última para golpear armarios y paredes por una nota que no le había gustado. Así fue siempre Bielsa. Sin términos medios. Tan capaz de recibirte en su viejo departamento de la bajada Laprida para una entrevista, desconfiar de la capacidad de interpretación del cronista y luego alegrarse por la nota, como de volverse loco por teléfono por una pregunta, hablar de las antípodas y terminar una discusión como en el barrio, al borde de los ganchos.

Así como llamó la atención que Grondona le renovara el contrato después de la debacle de Corea y Japón, ahora Bielsa sorprendió más aún con su intempestiva renuncia al cargo, justo después de haber logrado el oro olímpico. "No me hubiera perdonado renunciar después del fracaso", confió ayer Bielsa con su habitual franqueza. Y en este punto hay que darle la razón porque no se bajó del barco en el peor momento de la tormenta sino que se bancó la adversidad y recién dimitió después de gozar las mieles del éxito. Otro acierto fue su justa relación con la prensa a través de las democráticas conferencias, a través de las cuales resistió la presión de los multimedios más poderosos.

Y justo ahora que se había reconciliado con aquella idea del Flaco de jugar por abajo y de utilizar los centros como un recurso en vez de un sistema, a la vez que los resultados lo ayudaron a amigarse con el hincha, Bielsa pegó el portazo. Pero está feliz por el oro y porque se sacó una mochila de dos años. Bielsa está feliz. Qué duda cabe.

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