| domingo, 12 de septiembre de 2004 | Conflicto. La forma de decidir en Amsafé contrasta con las de otros gremios Democracia sindical: cuando el voto de los protagonistas es el que manda Se puede acordar o disentir con el resultado de las urnas, pero la legitimidad del método resulta indiscutible Silvina Dezorzi / La Capital ¿Por qué parece una rareza que los trabajadores decidan sus medidas gremiales como hace la Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafé), donde después de una asamblea los docentes votan de forma secreta, individual y por escuela? Independientemente de cuánto gusten los resultados, ese modelo sindical contrasta con otros donde se termina delegando en unos pocos la decisión de ir a un paro o acordar con la patronal. ¿A qué se le teme? ¿Qué defienden los que rechazan la elocuencia del voto?, preguntó La Capital en distintos gremios. En sus respuestas, pocos admiten que la falta de democracia sindical es el verdadero meollo del asunto. En algunos casos, se invocan dificultades de tiempo para garantizar una votación y en otros, se argumenta que los dirigentes están facultados a decidir por el resto de los afiliados porque para eso fueron elegidos. En cambio, los que rescatan como ejemplo la metodología de Amsafé apuntan a los arreglos de cúpula, la burocracia sindical y el verticalismo como prácticas habituales que cambian participación por prebendas.
El voto por escuela se practica en el gremio docente desde fines de los años 80, "cuando las asambleas dejaron de ser mayoritarias y la participación parecía decaer", señala el delegado de la departamental Rosario, Gustavo Teres. El dirigente recuerda que "en los primeros años de democracia las asambleas eran de 1.500 ó 2.000 personas, pero cuando se achicaron surgió el debate de si 200 ó 300 compañeros debían decidir por el resto". Entonces hubo que buscar estrategias que permitieran "ampliar la participación y el protagonismo" de los docentes.
Lo que pasó esta semana en el gremio es elocuente. Decidido poco más de siete días antes, los maestros avanzaban hacia un paro de 48 horas. Dos días antes de su inicio llegó una propuesta gubernamental. ¿Qué hizo Amsafé? Instituidos desde hace años como dos valiosos recursos de democracia sindical, llamó a asamblea por departamento y a votar.
En el medio de ese proceso los docentes cumplieron con la primera de las jornadas de paro, que se usó para analizar la situación, movilizarse y votar. Con diferencias e internas -como razonablemente ocurre en una democracia gremial-, finalmente una asamblea provincial decidió mantener la huelga porque esa había sido la decisión de los maestros que sufragaron. Hubo que invertir tiempo, pero se respetó la voluntad colectiva.
Esas dos exigencias aparecen invocadas desde otros gremios para explicar por qué muchas veces termina resolviendo un cuerpo de delegados o, en el mejor de los casos, una asamblea, aun cuando no sea mayoritaria. "Si antes de largar una medida de fuerza tengo que hacer 200 asambleas no me alcanza un año para planificarla", razona el secretario general del Sindicato Municipal, Néstor Ferrazza. Por eso, el dirigente defiende a capa y espada que los paros, o su levantamiento, los decida el cuerpo de delegados.
En Coad, el gremio que nuclea a los docentes de la Universidad Nacional de Rosario, admiten que "hay que plantear algún sistema de consulta que supere la asamblea como método exclusivo". Para el secretario general, José Dotta, el riesgo es que "en un período de conflicto la participación en asambleas decaiga y termine poniendo en duda la representatividad". Algo que, reconoce, les ha pasado.
Y en esto las urnas parecen un "buen mecanismo". Sin embargo, el gremio apenas las usa y siempre de forma "no vinculante", es decir, sin poder de definición.
"Nosotros no tenemos nada que ver con el sistema que utiliza Amsafé", se sincera el secretario gremial de la Unión Tranviarios Automotor, Miguel Moyano, para quien la representatividad de las medidas gremiales está garantizada exclusivamente por el cuerpo de delegados. "Ellos se reúnen con los trabajadores, discuten las propuestas y después llevan ese mandato a las asambleas", explica.
Aunque dice que hay distintas instancias de decisión según el sector y el tipo de reclamo, el secretario del Interior de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad (Atsa), Gustavo Martino, es taxativo. "El voto directo del afiliado quitaría legitimidad a los dirigentes, que para eso fueron elegidos", dispara. Martino sostiene que "si las entidades sindicales consideran que el rumbo es hacer (o no hacer) una acción directa, ese es un camino bien marcado. De ahí en más, si el afiliado lo entiende o no ya es otro tema".
Muy distinta es la posición que sientan desde la Asociación Trabajadores del Estado (ATE). "El desarrollo de la democracia de base de Amsafé es lo más sano que ha pasado en el campo gremial y una pesadilla tanto de gobiernos como de burócratas sindicales", sentencia el secretario adjunto de ATE, Gustavo Martínez, convencido de que "sin vueltas, ese es un parámetro al que todos los gremios deben tender".
Sin embargo, la mayoría sigue apelando a mecanismos más tradicionales. Es el caso de la Asociación del Personal de la Universidad (Apur) o los bancarios, que hacen asambleas puntuales o simplemente acatan medidas tomadas a nivel nacional.
La paradoja es que difícilmente algún dirigente esté dispuesto a admitir que en su sindicato la democracia se practica poco y nada. La mayoría afirma que el cuerpo de delegados actúa "por mandato", que los "mecanismos estatutarios" defienden el voto en asamblea y hasta que llevan planillas con firmas donde los trabajadores fijan posición.
Este último método es el que asegura usar en su gremio el delegado local de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), Néstor Audero, excepto en los casos en que se necesita más rapidez, donde los delegados resuelven por sí solos. "Los que dicen que en UPCN decide la dirigencia son los que pierden", se defiende el representante en Rosario del sindicato que lidera el archicuestionado Alberto Maguid, ahora también diputado provincial.
Pero, desde Rosario, también están los que apuntan que la burocracia sindical es un problema básicamente nacional, no local. Ferrazza, por ejemplo, deja sentado que como dirigente se "diferencia" claramente de los líderes de la CGT. "¿Quién vota a los gordos, sino los mismos gordos? -dispara-, en el interior somos distintos". Por eso, suelta una frase y se ríe: "Pero si no hay nada más democrático que los sindicatos...". enviar nota por e-mail | | |