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 domingo, 12 de septiembre de 2004

Gloria Rodríguez: "Es tiempo de reorganizarse a partir de formas superadoras"
Para la antropóloga votar medidas de acción es importante, pero no agota la democracia gremial

"La conmoción generada en el mundo del trabajo ha sido muy grande. Y, en este sentido, creo que estamos como a comienzos de la historia del movimiento obrero". La advertencia corre por cuenta de la directora del Núcleo de Estudios del Trabajo y la Conflictividad Social (Net), Gloria Rodríguez, pensando en los desafíos que atraviesan actualmente las organizaciones sindicales. Pero, a la vez que reconoce que "la situación es realmente adversa", dice que existe una contracara: "La oportunidad de volver a organizarse a partir de formas superadoras", que permitan el salto de prácticas burocráticas o sumamente delegativas a una verdadera democracia sindical. Rodríguez es antropóloga, especializada en procesos de trabajo, relaciones laborales y comportamiento sindical, y desde hace cuatro años coordina los encuentros regionales sobre Ciencias Sociales y Sindicalismo de los cuales participan numerosos gremios del sur provincial.

-¿Se puede pensar que la estrategia de voto individual por escuela que tiene el gremio docente echa aire fresco sobre el trabajo sindical?

-Sin duda, colocar las urnas en las escuelas permite obtener una respuesta más extensiva de parte de los maestros. Pero por otro lado también es importante pensar que este es un recurso utilizado por la caída que ha tenido la participación de los maestros en las asambleas globales. La posibilidad de elegir es importante, pero no es el problema central de la democracia en el movimiento de los trabajadores, sino apenas un aspecto.

-¿El verdadero problema tiene que ver justamente con la poca participación de los trabajadores en los gremios?

-Esto hay que ponerlo en el marco de los procesos de transformación productiva que se vivieron a mediados de la década del 70. Estos cambios no se limitaron a incorporar nuevas tecnologías, ajustes, flexibilización y reducción del estado paliativo -porque en Argentina no se puede hablar de un Estado de bienestar-, sino que también trajeron una fragmentación profunda de la clase trabajadora entre contratados, pasantes, meritorios, informales y desocupados. Al mismo tiempo, considero que se produjo una profundísima transformación cultural, expresada en un discurso contra la corrupción política y sindical, lo que invisibilizó y ocultó la corrupción empresarial, que es en última instancia la fuente de financiación de todas las otras.

-¿Esta desconfianza hacia los gremios es la que desalienta la participación?

-Claro. En este proceso no sólo se barre con el sindicalismo, sino con la importancia a nivel ideológico de la organización sindical. Esto carcome mucho la organización de la clase obrera, sobre todo si pensamos que los trabajadores ya no son los mismos. Primero porque los procesos de despido fueron selectivos y los activistas fueron los primeros en quedar afuera, después porque los trabajadores incorporados no tienen experiencia sindical y padecen una profunda desideologización. Por esto pienso que el problema de votar o no las medidas de fuerza es sólo un aspecto, porque la democracia sindical es un campo que debe ser afirmado fundamentalmente desde los lugares de trabajo.

-¿Cómo se logra esto?

-Si bien la situación es adversa, también tiene una contracara, que es la oportunidad de poder volver a organizarse a partir de formas superadoras. Para esto hay que mantener a los trabajadores informados, que puedan darse cuenta de la situación en la cual se encuentran, tanto a nivel salarial como de condiciones de trabajo. A veces moviliza mucho saber cómo están los trabajadores de la misma empresa en otros lugares. Saber cuánto ganan y cómo trabajan sus compañeros de la central en Francia, por ejemplo, genera un impacto muy grande. En el otro punto está la cuestión de cómo se dirigen los trabajadores a la opinión pública, porque ahí también vemos cómo ha incidido esta fragmentación o el profundo corporativismo de los gremios.

-¿Este es el trabajo que deberán emprender los sindicatos?

-Sí, pero el desafío más importante sea tal vez otro: poder organizar la diversidad, es decir, lograr cierta unidad entre los trabajadores estables, los contratados, los eventuales, los despedidos, los meritorios. Si nos preocupa la democracia sindical y no sólo los aportes, tenemos que ver cómo incorporamos a todos estos sectores. El despedido metalúrgico es parte del gremio metalúrgico. Y al momento del conflicto, la organización de todos estos sectores en el lugar de trabajo es fundamental: los trabajadores de limpieza jugaron un papel importantísimo en el apoyo del último conflicto bancario, los despedidos de una empresa también porque son los que pueden salir a volantear sin riesgo de ser sancionados.

-¿Los sindicatos expresan preocupación por este tema?

-Sí. En Rosario hay muchos que mostraron preocupación por este problema. Sobre todo atendiendo a la profunda fragmentación de los trabajadores. Con esto no voy a negar que haya prácticas sindicales que quizás sean viejas o inapropiadas, que hay sindicatos burocráticos o con estrategias sumamente delegativas. Sin embargo, desde nuestro punto de vista el problema central es el de la desideologización de los trabajadores.

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