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 sábado, 04 de septiembre de 2004

Más de 2 mil personas en el congreso de los Crea
La agricultura multifuncional, algo más que producir granos
La responsabilidad social y la sociedad del conocimiento amplían las actividades del empresario del agro

Leonardo Stringaro

La agricultura multifuncional promete productividad si hay objetivos. Ese fue uno de los conceptos más claros que dejó el XVII Congreso Nacional Crea, que bajo el título "Somos parte de una Argentina posible", se desarrolló en la ciudad de Mar del Plata.

"Más ética para el desarrollo", se transformó en una frase de vanguardia que intentó explicar el valor de este principio para los nuevos negocios en la sociedad del conocimiento que necesitan ser construidos con una responsabilidad social empresaria y cooperativa.

Una concepción ampliada de los servicios que puede prestar el sector rural a la sociedad, de acuerdo a las nuevas tipologías que se perfilan para los empresarios agropecuarios, donde el productor tradicional lejos de desaparecer tiende a especializarse en la producción de commodities (productos genéricos no diferenciados) y productos agropecuarios especializados, con distinto valor agregado destinados a nichos específicos del mercado.


Servidores ambientales
Parte de los indicadores de sustentabilidad para una agricultura que promete la emergencia de la multiplicidad de servicios con agricultores que van a trabajar en la conservación y restauración de ambientes rurales con servicios vinculados a la calidad de vida de la sociedad (paisaje, hábitat, biodiversidad y la preservación de la cultura local (sitios históricos, costumbres, comidas y lenguajes).

Aunque lo más novedoso puede llegar a ser el "servidor ambiental" o aquellos productores que en lugar de producir con fines comerciales, orientarán sus servicios a sistemas específicos y ambientales que tendrán utilidad para otros actores de la sociedad.

Acá es donde comienza a tomar más acción la ética, responsabilidad social y educación para un sector que producirá para prevenir inundaciones en campos, preservar áreas limpias para la recarga de acuíferos, el secuestro de carbono atmosférico con el objetivo de balancear la emisión de gases y la preservación de corredores de biodiversidad para la flora y la fauna.

Se viene una década con nuevos desafíos. Se ve la necesidad de diseñar un propio modelo de sustentabilidad para el sector agropecuario, pero con elementos que contribuyan a desarrollar los indicadores que faciliten una evaluación y toma de decisiones donde el campo aparece asumiendo un compromiso más creciente frente a al cambio.

El obispo de San Isidro y presidente de la Comisión Episcopal para Caritas Argentina, Monseñor Jorge Casaretto, comentó en el XVII Congreso Nacional Crea que el sueño o camino de una Argentina posible sólo se puede concretar a partir de grandes cambios personales que alejen el individualismo convertido en una de los problemas más emergentes de la actualidad.

En este sentido, hizo referencia a la desaparición de ciertos valores ligados a la institución familiar como parte de esa cultura que pone al individuo desligado del vínculo que lo relaciona con su entorno.

En este punto, afirmó que la realidad en la Argentina es similar a la descripta por el coordinador del área de Etica y Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo, Bernardo Kliksberg quién consideró como poco entendible que, a pesar de las enormes potencialidades económicas, en América Latina exista un 50% de la población por debajo de la línea de la pobreza y el 58% de los niños menores de 14 años atraviesan por una situación similar.


Modelos para imitar
El asesor de la Organización de Naciones Unidas (ONU), habló de una cultura que comienza a impactar positivamente en términos de desarrollo económico y tiene una fuerza creciente por medio de la recreación de modelos integrales, vinculados al asociativismo, la solidaridad internacional y la cooperación.

"Un modelo económico que sirva para todos y se enriquezca a través de la conjugación de políticas sociales, económicas y culturales en las regiones", comentó el especialista internacional de ética para el desarrollo.

Sobre el cierre, citó algunos ejemplos posibles sobre experiencias de participación más respetados y replicados en el mundo e incorporadas en algunas regiones de América Latina. Por ejemplo, el presupuesto municipal participativo de la ciudad de Porto Alegre (Brasil), ya fue adoptado en 80 ciudades brasileñas y también esta siendo utilizado en Montevideo (Uruguay), y en ciudades como Buenos Aires y Rosario de Argentina.

Esto permite, señaló, que las bases culturales participativas de muchas regiones decidan por medio de sus habitantes los cambios que necesitan diversos sectores para acelerar el crecimiento y equiparar las condiciones igualdad entre las personas.

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El congreso hizo hincapié en la ética y la solidaridad del campo.

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