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 domingo, 06 de junio de 2004

Tendencias: Reality shows
Recorrido por las favelas de Río y los piquetes porteños. Algunos viajeros buscan conocer la realidad sin filtros

Al mismo tiempo que Brasil implementaba el recorrido turístico por su favela más famosa, Rocinha, la crisis que sacudió a la Argentina durante los últimos días del año 2001 instaló otro fenómeno impensado: grupos de visitantes que viajan para ver y fotografiar los piquetes. La nueva variedad turística es un piso superior al de aventura, donde el viajero se interna por lugares desconocidos, peligrosos por la geografía o por la presencia de la fauna salvaje. Aquí el objeto de curiosidad es la realidad tal cual es, sin filtros ni edulcorantes.

Como parte de ese mismo fenómeno los empresarios turísticos de la República Dominicana, paraíso caribeño pionero en la comercialización de resorts "all inclusive", analizan abrir reductos tan sofisticados como cerrados para satisfacer el interés por conectarse con lo más real de la vida latinoamericana, por más dura que sea.

Si bien resulta difícil saber quién comenzó a modificar la regla no escrita que vincula a agentes de viajes y consumidores a partir de la seguridad de los clientes, lo cierto es que esos códigos fueron vulnerados por la especialista en viajes Global Exchange, de San Francisco, Estados Unidos, que elaboró programas hacia zonas calientes como Haití, Irak, Palestina y Afganistán.

El ejemplo de Brasil es contundente para afirmar que la gente demanda cada vez más vivir emociones fuertes, como conocer de cerca el hábitat y el modo de vida en la mayor villa miseria de América Latina. Hace dos años se creó en Río de Janeiro la operadora receptiva Favela Tours, que ya fue elegida por 750 turistas interesados en recorrer Rosinha. La cuestión de la seguridad fue subsanada mediante la cooperación de los narcotraficantes, asunto que tomaron a su cargo para evitar cualquier agresión hacia los visitantes. Sobre esta "ayuda" se elaboraron dos teorías. Una afirma que los narcos están conscientes del aporte económico de la industria de los viajes en la economía de su país y otra sostiene que de esa forma mantienen alejados a los policías de la favela.


Conflictos reales
La diferencia de esta nueva modalidad turística, que bien podría definirse como turismo de conflictos reales, con otros circuitos tradicionales, radica en que estos últimos recrean algo que ya pasó, un episodio superado, mientras que los primeros llevan a los visitantes a vivir el conflicto en el momento que sucede, pasando a ser un sujeto activo, un protagonista, aunque más no sea detrás de la máquina fotográfica.

Cuando se lanzó al mercado el recorrido por Chernobyl tras el estallido fatal de uno de sus reactores, o cuando se abrieron al turismo los campos de concentración de los nazis, esos episodios ya habían pasado por el filtro de la historia. Lo mismo con el circuito que repasa las últimas horas del Che Guevara en Bolivia o las andanzas del subcomandante Marcos por la región mexicana de Chiapas.

En Beirut, la capital del Líbano, que no es un país instalado turísticamente, hace años que los visitantes conviven con los enfrentamientos habituales, con los edificios que se derrumban y con la gente que sufre. Es cierto que este tipo de turista no es habitual ni es mayoría. Pero habría que decir "todavía no lo es", porque dependerá de cómo se "vendan" los paquetes turísticos que seguro e inexorablemente llegarán a los mercados de viajes. Será cuestión de comenzar a llevar en la valija un casco y un chaleco anti-balas.

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