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 domingo, 04 de abril de 2004

Investigación
El pasado, sin máscaras: una mirada sobre los bronces argentinos

Julieta Grosso

La historia argentina está plagada de mitos y deformaciones que una nueva camada de historiadores parece dispuesta a enmendar lejos de los claustros académicos: en esa línea, la obra "Sin espejismos. Versiones, rumores y controversias de la historia argentina", escrita por Ema Cibotti, refuta una serie de sucesos históricos en un formato coloquial que no excluye el rigor documental.

Publicado en simultáneo con "Los mitos de la historia argentina", de Felipe Pigna, el libro de Cibotti arranca con una anécdota sobre el virrey de Sobremonte -"el primer corrupto que no fue"- y prosigue con la desconstrucción mítica de distintos episodios de la historia nacional, como el suicidio de Leandro N. Alem, los aportes de Domingo Faustino Sarmiento a la educación y las enseñanzas de Julio A. Roca que retomaron Juan Perón Domingo Perón y Carlos Menem.

"Hay una crisis de sentido en la sociedad argentina que antecede al 2001. En todo caso, se la veía venir a fines de los 80, pasada la ilusión de la democracia reconquistada y todas las dificultades de tipo económico, social y político que fueron transcurriendo desde entonces", destacó Cibotti.

"Hasta ahora, esta crisis que apunta a replantearse qué tipo de Historia tenemos estaba concentrada en la experiencia del pasado reciente, como si las cosas estuvieran muy referidas a la etapa inmediatamente anterior que es la de la dictadura y no se pudiera avanzar mucho más en el tiempo", indicó.

Cibotti, profesora de Historia egresada de la Universidad del Salvador y master en Ciencias Sociales otorgado por Flacso, considera que si bien la dictadura del 76 establece una marca muy fuerte y determina la historia posterior, hay otros antecedentes que avalan la existencia de una genealogía cuyo surgimiento se remonta casi a comienzos del siglo XX.

"Creo que fue muy importante cuando la sociedad entendió que en la recurrencia de golpes de Estado se podía leer una secuencia histórica -apuntó-. La misma sociedad arma un primer relato del siglo XX por el cual se detecta claramente que de 1930 a 1976 fuimos un país muy vulnerable políticamente que se resignó a los golpes de Estado".

"Sin espejismos...", editado por el sello Aguilar, adopta en su formulación muchos de los recursos que Cibotti despliega en un ciclo radial sobre historia argentina que se mantiene en el aire desde hace diez años: en este caso, cada pequeño capítulo ilustra en forma concisa una secuencia histórica a la que la autora le adiciona una interpretación o comentario crítico.


Ni Colón ni Mendoza
"No quería arrancar el libro ni con Colón, ni con Pedro Mendoza ni con los indios porque yo quería hablar del siglo XX. Sin embargo, arranco con el virrey Sobremonte ¿Por qué? Porque aparece en el lenguaje público como el primer corrupto de la historia argentina", señaló Cibotti.

"Si Sobremonte es el primer corrupto, y yo creo que no, quiere decir que hay un horizonte temporal instalado en la sociedad donde nuestros males de alguna manera se engloban desde las Invasiones Inglesas hasta hoy -analizó-. Me parecía interesante vincular una cosa con otra y explicar en todo caso por qué en la etapa colonial la corrupción que había no tiene nada que ver con la actual".

"Aquella era una sociedad de súbditos y no de ciudadanos, por lo tanto la corrupción está implícita y ese tipo de actos están avalados. En cambio, a nosotros nos afecta la corrupción de una sociedad de iguales y ciudadanos: la corrupción de la república. Por lo tanto, no se pueden equiparar", continuó la historiadora.

Una de las ideas centrales que sobrevuela el trabajo de Cibotti desmitifica la creencia generalizada de que la sociedad argentina no tiene memoria: el problema, según la investigadora, no es la ausencia sino la deformación sistemática de esa memoria.

"Esto se vio claramente en el acto organizado en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) en Buenos Aires -aseguró-. Está la creencia de que si hacemos una especie de constricto acto de recordar, eso nos va a permitir no volver a repetir lo que nos ha pasado".

"Algunos historiadores que estudiaron el tema de la memoria en distintas sociedades han instalado un tema que yo retomo en el libro, que es la diferencia entre historia y memoria -señaló-. La historia es el conocimiento de los hechos, mientras que la memoria es la manera en que los evocamos".

"Hoy se habla mucho de la construcción del Museo de la Memoria en el predio de la Esma. Es la primera vez que un Estado decide revisar su propio accionar con la construcción de un museo del terrorismo de Estado. En Europa hay museos dedicados a la memoria, pero no están basados en la idea de un Estado que decide revisarse a sí mismo", ilustró Cibotti.

Para la investigadora, "es posible construir este museo porque hubo un juicio a las Juntas, es decir, porque hay documentación que delimita víctimas y victimarios. Es a partir de ese documento que nosotros podemos tener memoria. Porque para que la memoria colectiva sea válida, siempre tiene que estar ajustada al Derecho, o sea a los documentos".

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El acto en la Esma, otra forma de no olvidar el pasado.

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