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 domingo, 04 de abril de 2004

El Tata Gauna

Miguel Pisano / La Capital

Como hace 60 años, el Tata Gauna se baja del 9 de Julio en la esquina de avenida Alberdi y Génova, cuando pateaba hasta la vieja cancha de Central acompañado por un puñado de purretes a los que hacía entrar.

El Tata es el fútbol mismo. Un metro sesenta escaso, morocho y escurridizo como el Tordo Palma, el ex insai derecho o izquierdo y hasta centrofóbal de Central del 48 al 56 Antonio Jorge Gauna comparte un exquisito café con fútbol con Ovación, en un bar de Arroyito, a un par de semanas de cumplir 77 años envidiables por su vitalidad.

Nacido en San Lorenzo el 23 de abril del 27, al lado del Campo de la Gloria y del río, en la esquina de Sargento Cabral y Urquiza, el Tata es un típico pibe de barrio que corría todo el día detrás de la redonda cuando el pueblo era un gran potrero, y que hacía de las suyas en el río, como buen hijo menor y rebelde incorregible, con cinco hermanos con estudio.

-¿Dónde empezaste a jugar?

-En San Lorenzo, en los potreros. Todos los domingos armábamos desafíos de barrio contra barrio.

-¿Cómo llegaste a Central?

-Porque me vine a probar a las inferiores. Había un médico de San Lorenzo, Hierro, que me quería llevar a Ñubel, pero nunca pasó nada. Y un muchacho grande que jugaba en Central y trabajaba en Molinos Río de la Plata, me trajo a jugar a la cuarta especial, que dirigía Babacho Rivas. Enseguida subí a la tercera de AFA y ahí jugaba con el Cholo Ferrando, el Tato Mur y Villarino. ¡Villarino y Mur! ¡Qué grandes, qué maestros! Con la pelota hacían lo que querían. El Tato Mur se dormía contra la pared haciendo jueguitos con la pelota.

-¿Quién era mejor?

-Más completo era Mur. Villarino jugaba en la orillita y Perón le puso El Diablo en un partido de la selección cuando nadie le quitaba la pelota y preguntó: "¿Y ese Diablo quién es?".

-¿Insai derecho o centrofóbal?

-Yo jugaba en cualquier puesto del medio: insai derecho, centrofóbal o insai izquierdo, pero he jugado de wing derecho por Rabanito Dezorzi, cuando empecé, hasta de wing izquierdo.

-¿Cómo formaba Central?

-Bottazzi; Aressi y Vairo; La Rosa, Ducca y Zof; Gauna, Rosa o el Tubo Gómez, Massei, L'episcopo y Portaluppi.

-¿Tu mejor partido fue el clásico en el que metiste tres goles en el parque?

-Seguro. En el primero Pelloso y Kasparian me tenían agarrado de atrás y se lo metí de chilena. El segundo fue un centro de Portaluppi, se la pedí a Apicciaffuoco, el Gringo abrió las piernas, y se la emboqué. Y el tercero fue una pelota que me cortaron en el segundo tiempo, me salió uno, le amagué y le pegué de zurda. Ese día la hinchada me esperó a la salida, me sacaron toda la ropa y me llevaron en andas. La hinchada estaba enloquecida."

-¿Y tu peor partido?

-Un clásico del 53. Yo era el capitán de la primera y cada dos domingos nos daban un penal a favor, pero los muchachos estaban errando. Massei, Rosa, se los atajaban o lo tiraban afuera. Entonces el técnico Fogel nos hizo patear diez penales a cada uno en la práctica para el clásico. Pateé diez, cinco con derecha y cinco con izquierda, metí nueve y uno pegó en el palo. Los otros hicieron ocho, siete. Y cuando llega el partido, como capitán le pregunté qué novedad había. "Ninguna. Lo único, si hay un penal lo pateás vos", me dijo Fogel. "No, Alfredo...". "Acá el que manda soy yo". Ganábamos 1 a 0 en el primer tiempo y ellos no pasaban la mitad de la cancha, era un partido para hacerles diez goles. Hay un penal y lo voy a patear. El árbitro inglés toca pito, el arquero era un pibe de Monte Maíz, que medía como dos metros y se me adelantó dos metros y me cubrió todo el arco. Yo no sabía qué hacer, pateé fuerte, le pegó en una rodilla y salió afuera. Atrás estaba la tribuna de Central, en el arco de Génova y me querían matar. Y sobre el pucho, en el contragolpe Ramacciotti, el 5 de ellos, sacó un zapatazo de 40 metros, nos empataron y salimos 1 a 1. ¡Para qué! ¡Cómo estaba la hinchada de Central! Nosotros salíamos por una cortadita por Cordiviola, pero no pudimos salir como hasta las 11 de la noche. La montada los corría con los rebenques, los hinchas le tiraban piedras. Estábamos con Botazzi y el pobre viejo Fogel, que me había mandado a patear el penal. No podíamos salir porque decían que nos habíamos vendido.

-¿Y cómo saliste?

-Decí que vino Delfín Trevisán, un industrial quesero de San Lorenzo, que me dijo: "Antonio, yo voy a entrar con el auto con la puerta abierta y vos te tirás de cabeza". Y me tiré de cabeza y fue la única forma de salir de la cancha, si no me matan o todavía estaría ahí.

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Gauna todavía posee una estampa fina, la misma que mostró en numerosos clubes.

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