Año CXXXVII Nº 48348
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Educación 03/04
Campo 03/04
Salud 31/03
Autos 31/03


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 04 de abril de 2004

Trabajo en grupo
Tejedoras incansables

El beneficio que otorga el trabajar en grupo frente a una tarea en común que convoca, como es en este caso particular, el tejido en telar, produce un plus a la tan conocida disposición del ser humano de agruparse.

La necesidad del hombre de ser social e unirse con otros, lo encontramos desde el inicio de los primeros poblados. Los primeros habitantes del suelo americano, cazadores nómades, que aún no se habían establecido en un espacio físico estable y emigraban de un lugar a otro en búsqueda de alimentos para la subsistencia, se desplazaban solos y en compañía.

Con el paso de los siglos, el hombre comenzó a descubrir la fertilidad y el poder de la tierra: de una semilla diseminada por el viento, plantada en la tierra, brotaba el alimento. Este hecho, tan simple, marcó un antes y un después en la vida del hombre como ser social. Las primeras aldeas, poblaciones de agricultores y recolectores, se nucleaban frente a una tarea en común: cosechar y venerar la fecundidad.

En los Andes, el culto a la fertilidad de la tierra, se expresaba en cada ícono tejido en el telar modelado en arcilla o tallado en la piedra. La trilogía andina (serpiente, felino, ave) hacía alusión al poder de la tierra y las buenas cosechas, el culto a la Pachamama asociado a la madre Tierra, la imagen iconográfica del sapo (Ampato) que con su croar llamaba a la lluvia y el ñandú (Suri) que anunciaba las tormentas. Todas las manifestaciones confluían en expresar ese poder y por ese motivo se agrupaban.

En el antiguo Perú, poco sabemos de la existencia de talleres de tejedores en el período pre Inca; sí conocemos la importancia en el período Inca. Con muchos años de antigüedad (en la cultura Paracas- Nazca costa del Perú) los famosos mantos Paracas son testimonio del trabajo en grupo (o al menos del resultado): tejidos exquisitos y ceremoniales que aquellas mujeres, cada una especializada en una figura del manto, tejían y bordaban en una tarea grupal.

Desde la sociología, la sicología, la antropología, numerosos autores nos han legado valiosos aportes, para comprender los fenómenos grupales y sus mecanismos. Los mecanismos de la dinámica de grupo (además de tantos otros factores que intervienen) se actualizan y se ponen en juego: los estereotipos, los emergentes, los roles fijos, el saboteador, el chivo expiatorio, el líder.(Pichon- Rivière). El grupo que contiene frente a un problema, que se comparte frente a los conocimientos adquiridos, el que expulsa y que a veces sabotea la tarea elegida. El grupo como espacio vincular y donde lo emocional siempre entra en escena o lo social con sus características específicas.

Grupo de mujeres tejedoras es la recuperación de la memoria de los viejos oficios con un plus que se suma: quehacer grupal, inserción laboral, generar recursos, vivenciar un sentido de pertenencia frente a una tarea que convoca, conjuntamente con una función adecuada del coordinador que permita el crecimiento saludable abriendo caminos.

En última instancia todo conspira, para elevar la autoestima y mejorar la calidad de vida de los que comparten la tarea en el grupo.

Claudia Goldin

Psicóloga-Artista textil

www.claudiagoldin.com.ar

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados