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 sábado, 20 de marzo de 2004

Editorial
A un año de la guerra

Desde que estallaron los primeros misiles en Irak ha transcurrido un año. Tuvieron como objetivo un supuesto búnker de Saddam Hussein, pero no lograron matarlo; poco después, una lluvia de fuego comenzó a caer incesantemente sobre Bagdad, sembrando destrucción y muerte. Al cumplirse el primer aniversario de la guerra lanzada por Estados Unidos y sus aliados, la violencia no sólo no ha disminuido sino que va en constante aumento. Dentro y fuera del territorio iraquí.

El paso del tiempo también trajo consigo el desvanecimiento de los argumentos esgrimidos para justificar la guerra ante la opinión pública mundial. Las armas de destrucción masiva nunca aparecieron y son pocos los que aún insisten en su existencia. Tampoco se ha podido constatar una relación entre el régimen iraquí y los terroristas de Al Qaeda. Así, el resultado de la invasión quedó circunscripto al derrocamiento y posterior captura del dictador Hussein. Sin olvidar, claro está, los formidables negocios que están haciendo algunas empresas norteamericanas con el control del petróleo y la reconstrucción de las destruidas ciudades de Irak.

Estados Unidos ganó la guerra con mayor facilidad de lo que esperaba. Sin embargo, hasta el momento, no ha logrado ningún éxito en el imperioso camino para la construcción de una paz justa y duradera. Por el contrario, la resistencia iraquí es cada vez más fuerte y organizada, y las diferencias internas muchas veces quedan de lado para combatir a los ocupantes. No es casual que las tropas norteamericanas hayan tenido muchísimas más bajas después de la rendición que durante la guerra. Y queda otra conclusión categórica: el pueblo de Irak no pelea por Saddam sino por su propia libertad.

La administración de Bush deberá escuchar a las naciones del mundo y consensuar una salida con los iraquíes. La paz no será posible si persiste la actual situación. Si la guerra fue un absurdo sin sentido, a la paz se puede llegar por los incontables caminos que ofrece el derecho de los pueblos.

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