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 sábado, 20 de marzo de 2004

Los borrosos límites entre la ética y los modelos que impone la TV
Mañana se estrena el reality show "Extreme Makeover", por canal Sony
El ciclo muestra cirugías estéticas en cámara y premia a quienes cambian su aspecto físico

Marcelo Minichetti / La Capital

El reality show "Extreme Makeover", se verá desde mañana, a las 21.30, por canal Sony. Esta vez el género mostrará a concursantes que se someten a cirugías plásticas y a distintos tratamientos estéticos que cambiarán sus cuerpos para hacerlos más atractivos, según los cánones de belleza imperantes en la época.

Esta nueva muestra de que en la televisión siempre hay algo más para mostrar, aunque parezca increíble, pone sobre la mesa el tema de la ética médica y los borrosos límites que no consiguen distinguir entre un show televisivo y una exhibición destinada a satisfacer el morbo social. Al menos eso sugiere el anuncio de que se verán operaciones en cámara.

La Capital dialogó con el cirujano plástico rosarino Guillermo Siemienczuck, quien opinó: "El acto quirúrgico es un acto invasivo y traumático. Creo que mostrar la cirugía en forma completa no ayuda a mejorar la difusión de las cosas". Siemienczuck también reconoció: "Vivimos en un mundo donde la crueldad es lo que vende".

Como para corroborar sus palabras el cirujano recordó los antecedentes del tema en la televisión argentina: "Fue en el programa de Chiche Gelblung que se mostró en cámara la operación de lifting a la que se sometió Pata Villanueva", señaló.

"Extreme Makeover" se monta en una realidad insoslayable desde mediados del siglo XX, cuando los médicos saltaron la valla de los prejuicios y se metieron de lleno con una nueva especialidad: la medicina aplicada a la estética, que dejó de ser vista como una práctica superflua ya que apuntaba a solucionar "trastornos sociales". El eufemismo abarcaba desde achicamientos de narices hasta lipoaspiraciones, pasando por el Botox inyectado en las arrugas y el bisturí pasando alrededor de los ojos de los pacientes. Hasta el cambio de sexo dejó de ser un misterio impenetrable.

Hoy la belleza se vende, desde la medicina, como una mercancía más. "La cirugía plástica está en una línea difícil entre lo que es la ciencia y lo que es el comercio", concluyó el cirujano rosarino.

El programa televisivo permitirá a los televidentes asomarse a un mundo casi mágico, en el que se hacen realidad las transformaciones soñadas por sus protagonistas. Desde el exitoso casting previo al reality show ya podía preverse el éxito: si tantos estaban dispuestos a someterse al bisturí en forma pública, fácil era suponer que habría muchos más dispuestos a apreciar ese mundo de transformaciones artificiales que acercan a los protagonistas a los patrones de belleza del momento.

La periodista y conductora de televisión Susana Rueda respondió a la requisitoria de La Capital y su juicio fue lapidario: "Yo no miraría un programa que muestra operaciones -sentenció-. Me parece horrible una exhibición de la necesidad de la gente. Es muy subjetivo y tiene que ver con que le tengo pavor a las operaciones; tuve que hacerme algunas, pero las afronté con miedo y si pudiera evitarlas, lo haría".

La bella conductora de "Te conozco Rosario" también reflexionó: "El mito de la juventud eterna es peligroso. A todas las mujeres nos gustaría tener una buena piel durante mucho tiempo, pero de allí a someterse a tratamientos dolorosos, costosos, me parece perverso. Creo que la medicina acompaña una exigencia social muy cruel, porque está excluyendo del mercado laboral a personas muy valiosas. Hay una necesidad de juventud permanente. En principio lo que me surge es presentar batalla contra esa exigencia perversa. Si me preguntan si me haría un peeling, quizá sí porque a todos nos gusta mirarnos en el espejo y vernos bien. Otro límite claro es el buen gusto", sintetizó Rueda.

Desde el punto de vista de los productores de televisión el nuevo reality no cosechó mejores opiniones. Marcelo Camaño, guionista y productor rosarino que participó en "Operación Triunfo" entre otros ciclos televisivos, dio su visión desde adentro. "En los reality que hacíamos nosotros se criticaba la invasión de la intimidad, pero el reality mismo tenía que ver con eso y esa invasión era solapada -dijo a La Capital-. Se supone que si aceptás vivir ante cámaras que están encendidas durante las 24 horas cambiarás algunas costumbres para no quedar expuesto".

Sin embargo "Extreme Makeover" le parece algo distinto: "Ahora esto de las cirugías me parece el colmo: no aceptaría como participante ser un conejo de indias".

Al juzgar las reglas éticas que rigen el mundo televisivo Camaño indicó: "A mí me parece que, así como se discutía quién era más periodista, si un cronista de «Crónica» o uno de «Página 12», no me atrevería a aseverar cómo es en la industria yanqui. En la nuestra no es fácil elegir dónde podés trabajar, pero creo que todo tiene un límite. Si hay camarógrafos que se plantan y dicen: «A esto no lo hago»", como sucedió en el caso de Juan Castro, de última queda la opción de decir que no. Pero no es tan terrible meterse en un reality".

Cuando todo está permitido, los límites están contenidos en la misma libertad. Y mientras el control remoto esté en manos de los ciudadanos, todo será cuestión de saber elegir.

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El nuevo reality se aprovecha de la crudeza de las operaciones estéticas.

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