| sábado, 20 de marzo de 2004 | El "campanario" de Villa Carlos Paz Si el título le hace imaginar la torre que contienen las campanas de un templo jesuita en las sierras de Córdoba, se equivoca. Se trata de un restaurante en Villa Carlos Paz que dista mucho de ser un templo, aunque sea del rubro gastronómico y sus propietarios brindan una atención muy distinta a la que prodigaban los nobles clérigos misioneros a sus visitantes. Concurrí al lugar junto a mi familia con intención de cenar tranquilamente el último día de mis vacaciones. Al sentarnos, el mozo a cargo nos ofrece el menú pero me aclara que el "sistema" de la casa es el llamado "espetto corrido", una especie de plato servido en raciones a base de carnes asadas. Pregunto por distintos ítems que constaban en la carta a lo que el mozo me responde: "no le preste atención al menú". Entonces, optamos casi todos por pedir lo que se nos sugería. Hasta allí la experiencia era cuasi graciosa. Mas allá de la poca calidad de la cena lo desagradable comienza en el momento de pagar. El mozo me indica que tengo que entregar mi tarjeta de crédito antes de traerme la cuenta, alegando un motivo interno. A mi entender, esto es como entregar dinero en efectivo antes de conocer el monto de lo que uno adeuda. Finalmente me trae un ticket del tamaño de un antiguo boleto de colectivo donde constaban los montos cobrados a cada comensal. Dado que el menú mencionaba valores distintos para menores, pregunté al mozo hasta que edad se consideraba menor a un comensal. Me contestó dubitativo: "...y...6 años". Ya la situación dejaba de tener la gracia de una burda trampa para el cliente para convertirse en una situación de falta de respeto. No obstante, el mozo me devuelve en efectivo el monto evidentemente cobrado de más, reconociendo el fracaso, esta vez, de la técnica "si pasa, pasa". Pido hablar con el propietario para pedir explicaciones algo más serias acerca del asunto. Me encuentro con un joven empresario que me recibe con actitud desafiante y me dice: "¿qué problema tenés?" Para que el turista deje de estar sometido a situaciones como esta, creo que todos tenemos que tomar una actitud activa, dado que no existen o no actúan organismos gubernamentales que fiscalicen una atención adecuada en centros turísticos. Si va a Villa Carlos Paz, no olvide que en el Campanario no encontrará la afamada hospitalidad jesuítica. Lo más probable, es que lo hagan sonar.
Doctor Raúl Francés
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