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 miércoles, 03 de marzo de 2004

Los niños son más vulnerables al contagio de la hepatitis A

Belén Travesaro / La Capital

Los casos de hepatitis A aumentaron un 75% en el último año. El crecimiento es atribuido a deficientes condiciones higiénicas que favorecen el traspaso del virus, en especial en los niños durante la etapa escolar. La vía de transmisión de la afección es de tipo fecal-oral, es decir, por medio de manos sucias, alimentos o aguas contaminadas por partículas virales que son eliminadas a través de la materia fecal. Según datos oficiales del Ministerio de Salud de la Nación, en 2002 se registraron unos 25.500 casos de hepatitis A, en tanto que en 2003 se detectaron unos 42.000 en todo el país. Las provincias donde más se notó el aumento fueron Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, Mendoza, Salta y Santiago del Estero.

La doctora Elena Cisaruk de Lanzotti, pediatra hepatóloga, explicó a La Capital que la hepatitis A en los niños se manifiesta de diversas maneras, entre otras, la más común es la asintomática.

Uno de los tipos menos frecuentes es la fulminante, que en la mayoría de los casos requiere un trasplante de hígado. "Esta enfermedad no evoluciona hacia la cronicidad y tiene un período de incubación de 30 días", aclaró la profesional, quien es miembro del Consejo de Evaluación Profesional de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) con sede en Buenos Aires.


Manifestaciones
La especialista enumeró las posibles manifestaciones de la enfermedad:

u Asintomática o subclínica: se presenta en un 70/80% y debido a que no presenta síntomas su detección es difícil. Muchas veces sucede que ante la presencia de un familiar con el virus, se le practican estudios al pequeño, y se detecta la afección.

u Habitual o clínica: el niño manifiesta síntomas de fiebre, cefalea, anorexia, estado nauseoso, vómito, dolor abdominal, congestión de las vías aéreas superiores, ictericia (piel de color amarillo), coluria (orina oscura) y heces decoloradas de manera parcial o total (en ocasiones, la materia fecal puede tornarse blanca). Este estado por lo general se normaliza en 4 semanas. En un 7% puede ocurrir que cuando el niño se está recuperando, el virus se reactive (forma recidivante).

u Colestáticas: ocurre entre el 1 y 2% de los casos. El niño padece en la segunda o tercera semana de la enfermedad síntomas como marcada ictericia, prurito (picazón), orinas oscuras, materias fecales decoloradas, siendo la recuperación más lenta que la forma clínica (aproximadamente 3 meses).

u Fulminante: se presenta en 1 de cada 1.000 niños y se caracteriza por un incremento de los síntomas clínicos. La tasa de mortalidad es del 80%, mientras que un 20% tiene posibilidades de curarse a través de un trasplante de hígado.


Estos tipos de hepatitis A pueden prevenirse con una buena higiene, que depende no sólo del medio socioeconómico en que vive el niño, sino también de la toma de conciencia de las medidas de prevención, entre otras, contar con agua potable y adecuados sistemas cloacales.
Para evitar el contagio los niños pueden aplicarse la vacuna (primera dosis a partir de los 12 meses y la segunda entre los 6 y 12 meses siguientes), la que hasta el presente no es obligatoria a diferencia de la hepatitis B que figura en el calendario nacional. Junto con la inmunización, también se puede aplicar gammaglobulina (transmite anticuerpos).


Hepatitis B
A partir del 1º de noviembre del 2000, la vacuna de hepatitis virus B fue incluida como obligatoria en el calendario de inmunizaciones a partir de la edad de recién nacido. Desde el año pasado la misma también se aplica a adolescentes de 11 años de edad.

Si la embarazada es portadora crónica de esta afección o tiene enfermedad en curso, el esquema de vacunación incluye la inmunización en el recién nacido, junto a la gammaglobulina específica. Luego del mes se debe aplicar la segunda dosis, seguido de una tercera a los 6 meses.

El virus B también puede adquirirse por vía sanguínea o a través del contacto sexual. La hepatitis B no es frecuente en los niños, y se puede manifestar en forma aguda, crónica, o fulminante.

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La hepatitis A puede prevenirse con educación sobre hábitos de higiene.

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