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 miércoles, 24 de diciembre de 2003

Le dieron 15 años por asesinar al hombre equivocado en Oliveros
Usó un camión como arma para matar
Atropelló al hombre al que le había jurado venganza y a quien lo acompañaba, que al final falleció

María Laura Cicerchia / La Capital

El camión corría por el centro de Oliveros convertido en una máquina de matar. El conductor se había cruzado con un vecino al que tiempo antes le había jurado la muerte y decidió concretar su venganza, sin importarle que su adversario caminara por la calle en compañía de otro hombre. Aceleró la marcha, los acorraló contra la vereda y les tiró encima el pesado vehículo. Pero su sed de revancha terminó cobrándose la víctima equivocada. Quien terminó muerto fue el acompañante, ajeno a los rencores entre ambos, mientras que a su enemigo le causó lesiones gravísimas de las que, dos años después, no termina de reponerse. Esta semana, un tribunal superior firmó la sentencia definitiva contra el conductor: 15 años de cárcel.

La condena recae sobre Lelio Misael Centurión, un albañil de 24 años que luego del homicidio, ocurrido el 20 de agosto de 2001, se entregó espontáneamente en la comisaría de Oliveros y confesó su crimen. Con las ruedas del camión había aplastado a Antonio Eladio Ferreyra, de 42 años, y causado golpes que hicieron peligrar la vida de Juan Carlos Núñez, de 34.

Luego de permanecer durante días internado en el Policlínico Eva Perón de Granadero Baigorria, Núñez logró contar lo que había pasado pero nunca se repuso del choque. Actualmente sufre una renguera y conserva las marcas de los golpes y lastimaduras que sufrió al ser embestido por el camión Deutz dominio SFW7704 que conducía Centurión a toda velocidad.

Al quedar entre rejas, Centurión reconoció que había decidido atacar a los dos peatones por una vieja enemistad que tenía con Núñez. "Pasé por la calle donde fue el accidente y los vi a los dos caminando hacia el río; el Gordo Núñez y el Chalo Ferreyra. Y se me cruzó por la cabeza la idea de matarlo al Gordo porque años atrás abusó de mí. Los dos nos la teníamos jurada. Era él o yo. El era muy grande y yo llevaba las de perder. No tenía en la cabeza otra cosa que matarlo, así que aceleré", detalló Centurión las razones del ataque.

Núñez era vecino del imputado. Vivía a cinco cuadras de su casa, por lo cual lo cruzaba a menudo e intercambiaba con él un saludo recio. La idea de concretar sus amenazas de muerte se le ocurrió cuando manejaba el camión de la empresa para la que trabajaba su hermano, el cual debía llevar hasta un lavadero cercano. Cuando circulaba por Mitre entre Corrientes y Entre Ríos vio a Núñez caminando delante de él por la ruta y decidió pasarlo por encima.


"Aceleré para chocarlos"
"Aceleré para chocarlos y se dieron cuenta -continuó Centurión-. Apunté al Gordo Núñez y se movieron. Quería hacerle señas al Chalo para que se corriera, pero agarraron los dos para el mismo lado". El camión subió a la vereda, arrolló a los hombres desde atrás y terminó embistiendo un poste del alumbrado público y un árbol.

Centurión, comprobó luego una pericia psiquiátrica, tiene un leve atraso en su capacidad de comprensión intelectual. Un mes antes de protagonizar el homicidio había estado preso bajo acusación de integrar una banda de ladrones que saqueaba casas de fin de semana. Pero luego recuperó la libertad porque su participación en esos robos no pudo comprobarse.

El 27 de mayo pasado fue condenado a prisión perpetua por el juez de Sentencia Nº 1, José María Casas, quien consideró los hechos como homicidios calificados por la alevosía, uno consumado y el otro en grado de tentativa. Como el defensor de Centurión apeló esa sentencia, los jueces de la Sala IV de la Cámara Penal emitieron un nuevo dictamen en el que modificaron la calificación legal del caso.

Para los camaristas Guillermo Fierro, Rubén Darío Jukic y Antonio Paolicelli, Centurión no tuvo la intención de matar a Ferreyra. Pero no dudó en dirigir el camión hacia ambos conociendo cuál podía ser el resultado. Esto, para los jueces, constituye un homicidio simple con dolo eventual.

El caso de Núñez, en cambio, sí fue considerado como una tentativa de homicidio porque el imputado tuvo la intención de ultimarlo. En ambos casos los jueces descartaron la alevosía, porque si bien se aprovechó de la indefensión de las víctimas no actuó sobre seguro, ya que el resultado fue adverso al que esperaba y se entregó en la comisaría. Con este nuevo encuadre, los jueces lo condenaron a una pena más baja: 15 años de prisión por haber asesinado con un "ciego afán de venganza y manifiesto desprecio por la vida".

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