| miércoles, 24 de diciembre de 2003 | Ginóbili, un merecido Olimpia de oro En la mitad de su carrera deportiva Emanuel Ginóbili ya logró convertirse en el mejor jugador de la historia del básquetbol argentino por su enorme talento, continuo crecimiento y sus constantes logros, a los que anteanoche les sumó el Olimpia de Oro.
Ginóbili es el menor de tres hermanos de una familia dedicada al básquet, ya que Leandro (se destacó en la Liga durante muchos años) y Sebastián (actualmente milita en Los Lobos de la segunda división española) son jugadores profesionales, nació en Bahía Blanca el 28 de julio de 1977.
Desde muy chico Manu comenzó a jugar en el club de su barrio, Bahiense del Norte, cuna de varios de los más grandes jugadores y entrenadores de la historia argentina.
En la Liga Nacional debutó en Andino de La Rioja de la mano del amigo de su familia, el también bahiense Oscar Huevo Sánchez, con tan sólo 18 años en la temporada 1995/96, cuando fue considerado la revelación del torneo.
En sus primeros pasos demostró una tremenda facilidad para anotar, ya sea penetrando o con lanzamientos externos, a lo que sumaba una enorme desfachatez para su esmirriado físico.
Esos atributos y la buena participación como recambio en el Mundial de Grecia 98, tras dos temporadas en Estudiantes de Bahía Blanca, le abrieron las puertas del Viejo Continente al recalar en el Reggio Calabria de la segunda división italiana.
En 1999 fue seleccionado por San Antonio Spurs en la segunda ronda del draft de la NBA en el lugar número 57, pero los directivos texanos optaron por dejar que el argentino continúe en Europa para pulir su talento.
Los primeros años en Italia lo postularon como un jugador con destino de estrella, al llevar al modesto Reggio Calabria a la primera división, para luego situarlo entre los animadores de la Liga y de Europa.
Por eso no extrañó que al año siguiente el Virtus Bologna lo contratara para que lo lleve al Scudetto (2000-01) y la Copa de Italia (2001), pero también hacia donde no esperaban, a ser el mejor equipo de Europa (2000-01) y alcanzar la triple corona siendo considerado el mejor jugador del Viejo Continente.
Tras otro año en Bologna, Manu no pudo repetir en Italia ni en Europa, en ambos torneos perdió las finales, pero San Antonio ya estaba decidido en sumarlo al equipo, aunque con algunas reticencias, sobre todo en lo económico.
Finalmente, las tirantes negociaciones entre los Spurs y Ginóbili, que no quería que sus ingresos mermaran al ingresar a la NBA (en Europa ya cobraba cifras de seis dígitos), llegaron a buen puerto y el escolta acordó su incorporación semanas antes del comienzo del Mundial.
Y fue en Indianápolis, Estados Unidos, y junto a sus amigos del seleccionado nacional que Ginóbili se consagró ante el mundo al guiar al equipo a la medalla de plata y el subcampeonato mundial.
Su elasticidad y la imprevisibilidad de sus movimientos, sumado a una lesión, hizo que en un principio su juego no encajara en el rígido esquema de los Spurs, pero con el correr de los partidos la historia comenzó a cambiar.
Al promediar la temporada Gino, como lo llaman los estadounidenses, empezó a tomar mayor protagonismo y su aporte viniendo desde el banco resultó fundamental en los playoffs por el título.
En esta nueva temporada que comenzó en noviembre Ginóbili esta jugando en un gran nivel (promedia 13,4 puntos, 5,1 rebotes, 4,3 asistencias y 2,4 robos), su juego no parece tener techo y su nombre ya es conocido en Estados Unidos, tanto que ya acumuló más de 180.000 votos para participar en el tradicional Juego de las Estrellas de la NBA.
Justamente, los medios estadounidenses estiman que el año próximo cuando se cumpla su contrato con los Spurs varios equipos lo van a tentar con cifras de siete digitos, lo que lo convertiría en el deportista mejor pago de la historia de argentina. (Télam)
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