Año CXXXVI
 Nº 49.842
Rosario,
jueves  15 de
mayo de 2003
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Un huracán que partió el entorno

"Minga que me voy a bajar". El enfático retruque ensayado días atrás por Carlos Menem nunca ocultó la sensación de que el ballottage era sinónimo de derrota. Y ese estado de ánimo terminó quebrando el círculo íntimo del riojano.
Las casi 30 horas que conmovieron al país tuvieron el efecto de un huracán en el mutante búnker menemista. Aunque la historia oculta de la deserción comenzó a escribirse después del triunfo en primera vuelta y, hasta anoche, nadie filtraba razones concretas del porqué.
Si bien se habló de supuestas operaciones del gobierno, fue el propio entorno del ex presidente el que empezó a evaluar las hipotéticas ventajas de esa alternativa. Sobre todo si los votos iban a mermar tras la primera vuelta.
Pero también cayeron sobre la mesa las consecuencias que padecerían tras una derrota los gobernadores e intendentes menemistas, planteo impulsado por el pampeano Rubén Marín.
Los bandos se diferenciaron. Juan Carlos Romero, Eduardo Menem y Angel Maza, entusiasmados con una pronta renuncia, versus Alberto Kohan, Eduardo Bauzá y los nuevos equipos técnicos, decididos a pelear el ballottage.
"El lunes estuvo durísimo, pero hoy (por ayer) fue caótico. Las dos posiciones se mantuvieron en pugna y nadie cedió", le sintetizó a La Capital una fuente menemista de primera línea, que cuestionó la demora del anuncio: "La catarsis llegó tarde, y de la peor manera".
Luego, un grupo de diputados se sumó a la idea de la renuncia inmediata. ¿Por qué? El temor al efecto arrastre. Este riesgo le fue planteado a Menem, quien, pese a sus silencios, ya comenzaba a tramar la despedida. Claro que no se privó de tensar la cuerda con su manejo de los tiempos.
Entonces circularon dos borradores con la renuncia y otro (presuntamente el que iba a ser el texto original) se difundió en un medio de comunicación. En el hotel Presidente algunos culparon a Romero, pero desde el entorno del salteño le dijeron a este diario: "En realidad largaron unos cinco papers truchos". Pasada la medianoche, una fuente menemista sostuvo que "la carta se armó en la Casa Rosada".
Ya en La Rioja, las discusiones derivaron en durísimos choques, como el del salteño y Kohan. "Es que Romero puso mucha carne en la parrilla. Además, biológicamente él está en condiciones de continuar su carrera política", justificaron por lo bajo.
Mientras Ricardo López Murphy se refería a un supuesto acuerdo entre Menem y Eduardo Duhalde, otro vocero del riojano aseguraba que "(Néstor) Kirchner fogoneó reuniones para que el jefe no se baje". Aludió, con malicia, a la necesidad del patagónico de contar con votos propios para despegarse del lastre de los barones bonaerenses. Poco después se enteraría de que todo había terminado.


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