Las deserciones están presentes en la historia argentina de las últimas décadas, a las que se sumó la de Carlos Menem. Con su decisión de no competir en segunda vuelta los argentinos vieron nuevamente frustrada la posibilidad de votar en una segunda vuelta electoral ya que los únicos tres dirigentes habilitados para esa compulsa declinaron la pelea. Se trata de Ricardo Balbín, en 1973, Domingo Cavallo, en el 2000 (en la elección a jefe de Gobierno porteño), y ahora Menem. En 1973, la dictadura militar impulsó por primera vez en la Argentina el sistema electoral de ballottage para las elecciones a presidente y vice, que en marzo de ese año el justicialista Héctor Cámpora le ganó al radical Balbín. Atento al porcentaje alcanzado por su adversario, Balbín declinó participar en el ballottage y Cámpora fue consagrado presidente. Años después, vigente la Constitución de la ciudad de Buenos Aires que preveía el ballottage, y cuando en mayo 2000 se votó para jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra le ganó el primer turno a Cavallo, quien finalmente no fue a segunda vuelta. Con su decisión de ayer Menem se transformó en el tercer dirigente que abandona la pelea dentro de este sistema y la ciudadanía vuelve a perder la oportunidad de votar en un segundo turno electoral.
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