Año CXXXVI
 Nº 49.842
Rosario,
jueves  15 de
mayo de 2003
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Poca expectativa en la calle por un final cantado

Daniel Leñini / La Capital

La tertulia política que tanta tela para cortar dio a los medios no alteró demasiado el pulso de la calle. La curiosidad pareció estar más despierta a la mañana, cuando muchos se pararon frente a los quioscos para comparar los titulares de los diarios.
El dramatismo no prendió en nadie, ni siquiera seria preocupación mostraban las almas; algunos que otros parecían relatar las alternativas como si se tratase de un culebrón venezolano.
Eran las 19, Menem explicaba la renuncia por televisión y un público menos numeroso que el que suele detenerse frente a un partido de fútbol seguía la escena a través de la pantalla que el diario Clarín tiene en la peatonal. Dos horas antes había ocurrido lo mismo con el discurso de Kirchner en condición nada menos que de nuevo presidente de los argentinos.
Si esta columna tres o cuatro días antes dio cuenta de la "indiferencia" de la calle frente a las elecciones, esta vez certificó lo mismo con relación a la particular jornada que se vivió. Quizá porque se trataba de un final anunciado.
La impasibilidad de la gente fue interpretada por un ocasional peatón, el concejal Jorge Boasso (radical), en contados términos: "Creo que a la figura de Menem la gente la tiene resuelta, o clausurada, hace tiempo. Y más en el último mes, con la colección de errores que cometió".
Hugo López, publicista, "apasionado justicialista y lector de Perón", según aclaró, confesó sentirse "entristecido" por "la satanización" que se hizo del riojano. "En la Argentina es imposible encontrar un juicio racional porque el odio domina todo; todo lo que está pasando parece fruto del árbol venenoso", dijo sin vueltas.
No es común hacer una recorrida y encontrar alguien que remita al Génesis. Tampoco a una afiliada radical confesa amargada porque se le aguó la jornada del domingo. Amalia Calcaño quería ir a votar, y en blanco, por lo que la renuncia de Menem le pareció "una chantada".
"No tendría que haber abandonado a sus seguidores, había gente con esperanzas en él", manifestó la mujer. "¿La razón por la que iba a votar en blanco?: Duhalde hizo todo para derrocarlo a De la Rúa, por lo tanto no podía darle el voto a un candidato de él".
"No te preocupés", la cortó Diego Sayal, quien la acompañaba. "Laje y Grondona dicen que al país lo manejan Duhalde y Alfonsín: lo embromaron a De la Rúa y ahora a Menem".
El paseo por las mesas del bar Royal arrojó otro testimonio interesante. Eduardo Fernández, 35 años, un decorador que vivió cinco años en Holanda, contó que en uno de sus viajes para ver a su familia se asustó cuando entró a Rosario: "No veía autos, parecía un feriado, nada de gente, y era un lunes. El país está planchado y la culpa era de Menem".
"Una vez en casa -continuó el relato-, encontré la notificación de que era presidente de mesa en el barrio Cristalería. Cuando contamos los votos eran todos de Menem, no lo podía creer".
Jorge Cánepa, entendido pianista y compositor, reconoció al cronista en el Centro Cultural Ross y le preguntó si era cierto que Menem se había ido a jugar al golf. "No entiendo más nada", admitió.
Había sido mentira, pero a esa hora no importaba.


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