Año CXXXVI
 Nº 49.819
Rosario,
lunes  21 de
abril de 2003
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La comunión del equipo y su gente continúa intacta
El pueblo canalla volvió a jugar desde las tribunas la otra mitad del partido

"Qué bárbaro, cómo lo sigue esta gente a Central. Me imagino lo que debe ser esta cancha cuando el equipo pelea un campeonato". La frase pertenece a un hincha de Independiente, que reside en esta ciudad desde hace poco tiempo y se dio una vuelta por el Gigante atrapado por la envergadura del compromiso, quizás el más importante de la 10ª fecha del Clausura.
Es probable que haya que cumplir con ese ejercicio, el de tomar cierta distancia de los latidos de la ciudad futbolera, para encontrar el adjetivo calificativo más abarcador.
Demás está decir que a la gente de River le cuesta poco y nada autoconvocarse, sobre todo cuando en el Gran Rosario pueden encontrarse miles de ellos. La vida es mucho más sencilla para los hinchas millonarios. Nunca una preocupación que no pase por la pelea por un título, o en todo caso por un encontronazo con Boca. Por lo demás, todo viento en popa.
Del otro lado, de espaldas a Regatas, al Paraná y a Cordiviola, y bien de frente a la suerte de su amada camiseta adentro de la cancha, la masa canalla copó el Gigante para conmover a sus jugadores con un recibimiento extraordinario que inmediatamente dispara una conclusión: con semejante convocatoria, devenida en apoyo incondicional, las posibilidades de perder la categoría se acortan. El margen se hace más pequeño. Ni hablar si al análisis se le agrega el apoyo que tiene el equipo de Russo cuando sale de la ciudad.
Aquel público apático que apoyó a su equipo en instancias importantes de la Copa Libertadores y la Mercosur, sigue dando el presente pero recuperó la característica que siempre había sido uno de los orgullos canallas: aliento permanente, superioridad por sobre el adversario sea quién sea, localía plena. En cantidad y en calidad.
Ahí está la cuestión. El equipo de Russo tiene apoyo cuantitativo, pero también, y fundamentalmente, cualitativo. La hinchada auriazul es un jugador más para un equipo que desde adentro de la cancha establece un sistema de retroalimentación permanente con su gente. Más allá de las contingencias, de los resultados, del sufrimiento, el público y los jugadores de Central le pelean juntos al descenso. Como ayer.


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