Por más utopía que la ilusión fabrique, la verdad no tiene remedio. Ahora sí está claro para qué está este Central. Aunque para descubrirlo haya tenido que pasar por la desazón de una derrota contundente. Ya no hay dudas. La realidad indica que el equipo debe y puede sumar los puntos necesarios para engrosar su promedio. Aunque también refleja que hoy carece de los recursos necesarios para aspirar a un objetivo superior. Así se lo demostró River ayer. Rival que con un muestrario de capacidad lo venció con holgura. La que no se transportó al resultado por simple gentileza millonaria, ya que por momentos los de Pellegrini regularon el partido. Y aunque los canallas hayan cometido errores individuales, colectivos, tácticos y técnicos, ninguna de esas falencias alcanzan a disimular la distancia que separa a River de Central. Distancia que en el resultado fue de apenas dos goles, pero que en el juego se hizo abismal.
Se podrá afirmar sin temor a equivocarse que Central no tuvo precisión ni actitud para confrontar ante River. Y es cierto. También se podrá señalar que no hubo alternativas para intentar equilibrar el trámite y que las utilizadas por Russo fueron equivocadas. También es verdad. Se podrá utilizar como chivos expiatorios a Papa, Ferrari y Messera. Y no hay dudas de que jugaron mal. Pero así se hayan enmendado en tiempo y forma cada una de estas puntualizaciones, seguramente River habría ganado igual. Tal vez con mayor trabajo. Pero hubiera triunfado de todas maneras. Sencillamente por la considerable diferencia de jerarquía. Y contra esto es muy poco lo que se puede hacer. Sólo asumirlo.
Ya a los 3 minutos quedó en evidencia el abismo entre los equipos. Claudio Husaín ingresó al área canalla con pelota dominada y es derribado por Talamonti, pero Oscar Sequeira hizo caso omiso al penal. Y al ratito nomás el árbitro le anuló un tanto a Fuertes por supuesta infracción de Ameli en el cabezazo previo. El dominio territorial de River era total, mientras Central deambulaba por la cancha sin destino cierto. Hasta que por lógica decantación llegó el primer gol por una torpeza de Papa, una demostración de inteligencia de Fuertes y un zapatazo de Lucho González.
La gente de Central se aferraba a una quimera esperando la reacción de su equipo. Pero fue en vano. La primera llegada auriazul se produjo recién a los 37' y mediante un remate de media distancia del Mellizo que se fue cerca del palo derecho.
River siguió con sus virtudes en la superficie y Central con sus limitaciones. Esta vez ni el descanso sirvió para oxigenar el alma canalla. Y a los 57', Cavenaghi hizo una combinación con Coudet para terminar la jugada con un violento disparo que terminó en otro golazo. Y con él concluyó el compromiso.
De ahí en adelante todo estuvo demás. Central apeló al resto de dignidad para intentar una visita aislada al área de River, pero todas las excursiones fueron previsibles como a lo largo del encuentro, sistematizando el pelotazo intrascendente para acceder a Buljubasich.
El partido concluyó y puso las cosas en su justo lugar. A River en la punta. Y a Central en la pelea por los puntos. A la misma distancia que estuvieron en la cancha.
Síntesis
Central 0: \Gaona 6, Talamonti 4, Carbonari 4, D. Díaz 5, Ferrari 2 (46’ Leonforte 5), D. Quinteros 4, Gvo. B. Schelotto 5, Papa 2 (65’ Pino 3), Messera 3 (65’ Sánchez 5), Delgado 4, Figueroa 4. Suplentes: Castellano y Mandra. Técnico: Miguel Russo.
\River 2: \Buljubasich 6, Garcé 5, Ameli 5, Demichelis 7, Coudet 5 (68’ Pereyra) 5, C. Husaín 6, L. González 7, Lequi 5, D’Alessandro 7, Cavenaghi 6 (75’ Zapata), Fuertes 6 (85’ M. López). Suplentes: Costanzo y Ludueña. Técnico: Manuel Pellegrini.
\Cancha: Gigante. Arbitro: O. Sequeira 5. Recaudación: 331.825 pesos.
Goles: 26’ L. González (R) y 57’ Cavenaghi (R).
Expulsados: 71’ Ameli (R). Amonestados: Talamonti, Ferrari, Pino y Díaz (RC); Fuertes (R).