Mauricio Tallone / Ovación
El duelo de las dos duplas de ataque estaba planteado. Porque se enfrentaban los dos equipos más goleadores del Clausura y porque los hombres de arriba de cada uno llegaban al partido con antecedentes de peso. En un rincón, Delgado-Figueroa. En el otro, Fuertes-Cavenaghi. Y más allá de que el resultado final habla apenas de un dos a cero, la diferencia de jerarquía que hubo a la hora de sentar jurisprudencia en el área adversaria fue abismal. Mientras César Delgado y Luciano Figueroa fueron absorbidos durante todo el partido por la solidez de Demichelis y compañía, Esteban Fuertes y Fernando Cavenaghi hicieron parir cuantas veces quisieron al tridente defensivo compuesto por Talamonti-Carbonari-Díaz. La primera señal que envió el Bichi de que la tarde pintaba más gigante para él y su compañero de ruta que para sus rivales de oficio fue a los 15 minutos, cuando Oscar Sequeira le anuló un gol por una supuesta infracción previa de Horacio Ameli. Esa acción del delantero millonario obró de anuncio para la puesta en escena en la apertura del marcador. Corrían 26 minutos y un encuentro entre Fuertes y Cavenaghi terminó en una cesión fantástica del Bichi para que Lucho González entrara como una trompa y estableciera la primera diferencia numérica de la tarde. A todo esto, Delgado y Figueroa no habían cruzado ni siquiera un gesto de bienvenida. Se desencontraban con tanta facilidad en las inmediaciones de Buljubasich que el Chelito siempre se engolosinó en hacer la individual. En ese segmento, el único aporte del Figueroa estuvo en un cabezazo que aterrizó arriba del travesaño después de ganarle en el salto al Chino Garcé. El complemento simplemente se encargó de acentuar las diferencias. Mientras Cavenaghi y Fuertes siguieron al pie de la letra con el plan para desarticular a los hombres del fondo canalla, el dúo integrado por Figueroa y Delgado siguió engrosando la figura de Demichelis. Cada pelota que merodeaba las cercanía del defensor de River era una salida limpia de su equipo. Fueron presas tan fáciles del cuarteto Garcé-Ameli-Demichelis-Lequi que cuando tuvieron alguna ocasión más o menos clara ante Buljubasich se la entregaron mansamente al ex arquero canalla. Pero recién a los 57 semejante grado de gravitación tuvo correlato en la red ajena. Fue cuando D'Alessandro, Cavenaghi y Coudet ridiculizaron al fondo de Central y el Torito de O'Brien metió un soberbio derechazo al ángulo de Gaona. Punto final para un partido y un duelo de duplas de ataque que nunca gozó de equivalencias.
| |