Sergio Faletto / Ovación
La victoria canalla ante Chacarita fue suficiente argumento para que Miguel Angel Russo ratificara idéntico esquema y a los mismos titulares. Durante la semana trabajó en las distintas variantes, pero sólo decidió que Gustavo Barros Schelotto se moviera por izquierda en lugar de hacerlo por derecha, como lo hizo frente a los funebreros. Fue la única modificación posicional que implementó. Pero esta vez el resultado fue diferente. Muy distinto. Tanto como el rival. Porque Chacarita no es River. Porque los jugadores auriazules no actuaron con la misma precisión que lo hicieron en aquella oportunidad. Tampoco con el mismo temperamento. Y porque en esta ocasión el técnico no encontró las variantes para corregir el rumbo, al extremo de terminar jugando con Carbonari en función netamente ofensiva. Es que para desempeñarse con tres en el fondo y dos carrileros es fundamental hacerlo con orden, con los defensores marcando siempre de cerca a los delanteros asignados y evitando perder la pelota en la zona de volantes cuando el equipo está saliendo. También es indispensable que el volante central juegue con dinámica y precisión para cubrir los diferentes espacios, como así los volantes de creación para generar los lugares que permitan vulnerar al adversario. Los carrileros deben presionar en el medio, acoplarse a los movimientos defensivos y constituirse en salidas permanentes para pasar con oportunismo al ataque. Mientras los delanteros deben sincronizar los desplazamientos para no terminar absorbidos por sus marcadores, con mayor predisposición a abrirse a las puntas. Todo esto es lo que no hizo Central frente a River. O lo hizo sólo en cuentagotas. Y en las pocas jugadas claras que supo construir siempre estuvo Gustavo Barros Schelotto, uno de los pocos jugadores canallas a quien no le pesó la responsabilidad del compromiso. Con la debacle táctica y técnica instalada en el césped del Gigante, Russo eligió a Leonforte para suplantar a Ferrari y así tratar de compensar la zona de volantes. Lo logró a medias. Después reemplazó a Papa y Messera con Pino y Sánchez, pero el volumen de juego siguió sin aparecer y Mandra se quedó en el banco como una variante posible. Si bien vale aclarar que no hubiera habido corrección suficiente para cambiar un resultado sellado con la jerarquía de River, una reacción colectiva habría servido para amortiguar el golpe.
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