El micro que trasladaba al plantel canalla sufrió un incidente que pudo haber tenido consecuencias más graves. Cuando el coche de la empresa Chevallier transitaba los últimos metros hacia la mítica Bombonera (a cuatro cuadras del estadio), los líderes de la Doce y su grupo de choque lanzaron algunos proyectiles intimidatorios hacia el vehículo, pero que se convirtió rápidamente en una agresión mayor cuando los barrabravas acusaron a algunos jugadores canallas de hacerles señas desafiantes. Los barrabravas rodearon el micro auriazul y arrojaron varias botellas rompiendo algunos vidrios. Cuando algunos policías amenazaron con reprimir y recibir como respuesta "si nos tirás se pudre todo", descendió del ómnibus el técnico de Central Miguel Angel Russo y con un corto diálogo con el Rafa Di Zeo y el Oso, los dos máximos jefes de la violenta barra, logró calmar los ánimos. Cuenta el chofer del micro que "el Gordo era impresionante de grande, pero cuando Russo bajó el Gordo y el otro enseguida le dijeron «Miguelito, está todo bien, pero algunos de tus muchachos nos hicieron señas». Russo hizo correr las cortinas de las ventanas y los saludó como si nada, mientras los policías no entendían nada de lo que estaban viendo". Luego, consultado sobre el episodio que le había tocado vivir y si había sentido temor, el técnico de Central contestó tratando de poner coto a la situación: "No, no quiero hacer una historia de este hecho. Estaban enojados, pero no tanto, porque si hubieran querido dar vuelta el micro lo hacían sin problemas. Pero prefiero no hablar de esto porque no quiero que después piensen que uno anda llorando por estas cosas. Ya está, ya pasó y por suerte todo terminó bien".
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