Año CXXXVI
 Nº 49.666
Rosario,
lunes  18 de
noviembre de 2002
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El equipo lavó sus heridas ante su gente

Las heridas del alma no se cierran fácilmente. No se curan de manera sencilla. La cicatrización lleva más tiempo del acostumbrado, porque el dolor es más profundo y se mete como cuña en el espíritu, que en ocasiones resulta más doloroso que en el cuerpo mismo. Y eso es lo que les había tocado sufrir en carne propia a los jugadores de Newell's en el desteñido triunfo ante Olimpo (hace 21 días), cuando pese a ganar abandonaron la cancha bajo un coro de silbidos y reprobaciones. Algo absolutamente infrecuente en una hinchada que en los últimos tiempos fue un sostén permanente del equipo. Aquel día, mientras los rojinegros se retiraban con la cabeza gacha y la mirada clavada en el piso, los bahienses se iban con la frente alta y el orgullo de llevarse el reconocimiento de la hinchada rojinegra por haber aguantado el resultado casi hasta el final, con tres jugadores menos.
Pero ayer, con la buena victoria ante Vélez -que los deja quintos en el Apertura y les permitió enhebrar 10 puntos sobre los 15 que hubo en juego desde la llegada de Veira al Parque-, los rojinegros lavaron sus culpas ante su gente en el Coloso y empezaron a cicatrizar las heridas que podían quedar de ese partido. Porque al margen de la inapelable victoria, en los números y en el juego, el equipo dirigido por el Bambino mostró una actitud muy distinta a la de aquella tarde negra ante Olimpo. Tuvo una ratificación saludable del cambio de imagen que ya había exhibido en Avellaneda y en La Plata.
Newell's había saldado la deuda futbolística lejos del Parque en la muy buena victoria ante Racing y en el empate ante Estudiantes de hace ocho días, pero los fantasmas del sufrido triunfo ante Olimpo en el Coloso, en la primera presentación de local del Bambino Veira como técnico, todavía estaba revoloteando por el Parque. Pero con la actuación de ayer, en la que sin deslumbrar mostraron una actitud elogiable y fueron siempre más que su rival, los rojinegros pagaron sus culpas y dejaron atrás aquella buena cosecha en puntos, pero magra en rendimiento.
Y así lo entendió su gente, que vibró con los goles, que por momentos se entusiasmó con el rendimiento del equipo y que a la vez gozó a pleno el mal paso que dio Central en Santa fe ante Unión y que lo dejó muy complicado con el descenso. Por todo esto, es que los hinchas le tributaron al equipo una despedida envuelta en aplausos. La contracara de lo que sucedió hace unos días, pero el fiel reflejo de la felicidad tras el buen triunfo y el cambio de imagen que dejó ante Vélez.



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